viernes, 11 de diciembre de 2009

31 CANCIONES


No, no es una lista de éxitos ni una relación de mis canciones preferidas. En realidad, es el título de un libro del escritor británico Nick Hornby, autor de novelas como Alta fidelidad (imprescindible para aficionados al pop-rock en general), Érase una vez un padre o Cómo ser buenos, y de libros que se podrían calificar dentro del género del ensayo como Fiebre en las gradas (sobre el fenómeno hooligan asociado a los equipos de fútbol) o este 31 canciones. Resulta que Hornby, profesor de literatura, periodista y guionista cinematográfico, es uno de esos personajes para los cuales la música es como el aire que respira, un auténtico enfermo de melomanía aguda (como yo, lo confieso) que no sabe dar un paso ni ejecutar acción alguna sin tener una melodía o un estribillo en la cabeza.

¿Y qué diantres escribe Hornby en este libro? Pues muy sencillo: lo que hace es recrear, recordar y contextualizar 31 canciones que están entre sus preferidas desde que era un chaval y comenzó a escuchar música. Como el hombre ya tiene una edad (52), ha pasado por varias etapas, incluyendo la afición al heavy metal, la adscripción al punk rock, y una posterior evolución hacia el eclecticismo y el progresivo derrumbe de fobias y tabúes que le hace capaz de disfrutar por igual de un riff endemoniado que de una tierna balada campestre.

No se trata de hacer crítica musical. Se trata de “sentir” la música, de describir el maravilloso torbellino de emociones que a uno le envuelven cuando escucha canciones que le gustan, que le hacen vibrar, que le retratan o hablan de sus pasiones y las de otros como él. No hay aquí análisis estilístico ni sesudos estudios sobre géneros y corrientes. Hay víscera, sentimiento, implicación, melancolía, pasión, goce, admiración, sorpresa… Todo aquello que se siente cuando comienzan a sonar las primeras notas de una composición que te refleja y te atrapa.

No importa que conozcas o no estas 31 canciones, ni a los grupos o artistas que las interpretan. Hay aquí desde grandes clásicos como Thunder Road de Springsteen, Heartbreaker de Led Zeppelin o Pissing In A River de Patti Smith, hasta intérpretes que para mí resultan desconocidos. También desfilan por el libro Teenge Fanclub, The Clash, Jackson Browne, Ian Dury & The Blockheads o Ani Di Franco, entre muchos otros. Lo que importa es conocer o no esos temas no es importante. Lo es reconocer a otra persona que vive la música como tú, con la misma pasión y necesidad vital, alguien capaz de dedicar un libro a esos gloriosos tres minutos que te llenan el alma y la mente y producen, cada vez que escuchas un disco en cualquier tipo de reproductor o en tu propia cabeza, todas esas emociones y sensaciones sin las cuales la vida sería mucho más gris y triste. Nick Hornby: uno de los nuestros.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

CUENTOS DEL CIELO DEL ROCK AND ROLL (XIV)


En 1965, Bob Dylan es conocido como rey del folk y gurú de la canción protesta. Pero siempre inconformista, rechaza esos títulos con un inesperado regate. Primero amaga con un giro hacia la música eléctrica con el álbum 'Bringing it all back home', y en la primavera de 1965 viaja a Inglaterra. La ruptura con el folk es un hecho consumado en 'Highway 61 revisited', una de sus obras maestras y que se abre con la rotunda 'Like a rolling stone', una de las mejores canciones de la historia del rock. A continuación, Dylan emprende una larga gira por el Reino Unido, gira en la que se graba para la posteridad uno de los conciertos. Se trata del más conocido de los directos que se le han grabado durante toda su larguísima trayectoria. El álbum resultante es significativo por varios motivos: por toda la leyenda que surgió a su alrededor y por lo que significa para la historia de Dylan lo recogido en su interior.

Grabado en el Manchester Trade Hall el 17 de mayo de 1966, “The Royal Albert Hall Concert” fue reconocido enseguida porque en él se recoge una increpación que una persona del público realiza a Dylan. En concreto, le llama "Judas", a lo que Dylan le responde "No te creo. Eres un mentiroso". El hecho de llamar a Dylan "Judas" no fue, como podría parecer en principio, una petición de una canción o un insulto gratuito, sino el sentir de una enorme cantidad de aficionados puristas del folk que vieron en Dylan a un verdadero traidor. Tras ser mundialmente aclamado como el profeta del folk y de la canción protesta, el giro eléctrico que Dylan dio a su música en 1965 hizo que casi todos los músicos y críticos del ambiente folkie no sólo le retiraran la palabra, sino que sus declaraciones iban encaminadas, en todo momento, a despreciar públicamente el cambio estilístico de Dylan.

Pero por supuesto el tiempo le dio la razón al músico de Minesotta, ya que "Like a rolling stone" se convirtió en su mayor éxito, sus siguientes conciertos se saldaron con verdaderas conversiones del público y "Highway 61 revisited", su siguiente disco, entró por derecho propio entre los mejores álbumes que se han grabado en la historia de la música popular. Dylan había creado el folk rock y, con él, inventado un artista que ha mantenido su enorme e inmenso prestigio hasta bien entrados en el siglo XXI. El álbum, como el concierto, tiene dos partes bien diferenciadas. En la primera mitad se aprecia el silencio del público, pendiente de las letras de Dylan y algo asombrado por no encontrar los mayores éxitos de los primeros álbumes en momentos puntuales. El segundo disco recoge la parte eléctrica. El camino alternativo, la sensación de vértigo con respecto a cómo se podría haber escrito la historia de manera diferente en cada bifurcación, se hace más patente en esta segunda parte, en la que después de tocar "Ballad of a thin man" se produce el incidente reseñado anteriormente, tras el cual Dylan comienza los fraseos de "Like a rolling stone".

Así, en este concierto asistimos al momento preciso de la ruptura y la declaración de intenciones del Dylan del futuro. Les cantaba a los allí congregados que no sería como ellos querían que fuese, aunque le ofreciesen los ropajes del profeta a cambio de sacrificar en el altar a su propio yo. No hubo trato, y Dylan dejó de ser profeta para convertirse en explorador, en rupturista, en rebelde ante los propios rebeldes. Momento irrepetible de su propia leyenda, Dylan repasa en este concierto tomas acústicas de canciones emblemáticas como “Just Like A Woman” o “Mister Tambourine Man” antes de coger la guitarra eléctrica y atacar temas como “Tell Me, Momma” o “One Too Many Mornings” antes de abocarse al intenso “Like A Rolling Stone” ya descrito anteriormente. Paradójico, irreverente, excesivo y sorprendente, asistimos desde ahora mismo a la mejor y más legendaria versión de Bob Dylan.