viernes, 30 de abril de 2010

UN NUEVO (VIEJO) COMPINCHE


Hoy, 30 de abril, y tras dos años de silencio, Iggy Pop and The Stooges ofrecerá un concierto único en la Sala La Riviera de Madrid con un aforo muy limitado. El concierto se produce algo más de un año después de la muerte de su legendario guitarrista, Ron Asheton, en enero de 2009. La nueva versión de The Stooges cuenta con la (re) incorporación del que fuera guitarrista del grupo desde 1971 hasta 1974 (la época de Raw Power), James Williamson, que también acompañó a Iggy Pop en algunos álbumes en solitario como Kill City o New Values. Por otra parte, esta misma semana, Iggy & The Stooges han pasado a engrosar las filas del Rock & Roll Hall Of Fame de Nueva York, y también se oyen rumores sobre la posibilidad de un nuevo disco de estudio.

Un buen momento para rememorar el segundo álbum de la banda, Funhouse (1970), proclamado uno de los mejores discos de rock de todos los tiempos. Una obra no excesivamente conocida por el gran público, pero de esas que crean verdadera adicción, una joya que la crítica especializada y el paso de los años han elevado a la categoría de legendaria. Si reuniéramos a 50 críticos musicales de todo el mundo, y se les propusiese hacer una lista con los diez discos más importantes de la historia del rock, buena parte de ellos incluiría Funhouse, el disco más venenoso, furibundo y violento publicado por The Stooges.

Tan sólo siete canciones configuran el disco. Y la mayoría de ellas todavía siguen siendo piezas fundamentales de cualquier concierto actual de Iggy Pop y su banda. Down On The Street, Loose, TV Eye o Dirt suenan hoy en día tan malsanas y desafiantes como en 1970. Y otras piezas del disco, como la delirante y cacofónica L.A. Blues o la pieza que da nombre al álbum, siguen siendo un auténtico torbellino de sensaciones extremas, en ocasiones formalmente cercanas al free-jazz bajo el tratamiento de un rock visceral y desatado. Sin embargo, las ventas no acompañaron al disco. Ni la discográfica ni nadie sabía muy bien qué hacer con aquel artefacto incendiario en forma de música rock que hoy (bueno, hace ya muchos años) es parte de la historia.

¿Qué no lo has oído nunca? Pero, bueno, ¿en qué mundo vives? Nada, agénciatelo, ponte el cinturón de seguridad y prepárate a disfrutar de un viaje alucinante al rock más extremo, furibundo, radical y provocativo que jamás se haya grabado. Te auguro una verdadera experiencia que tardarás en olvidar.

lunes, 26 de abril de 2010

LOS INROCKUPTIBLES III: PIVOTANDO SOBRE EL DOLOR


Bauhaus es la banda fundadora del género que fue denominado como rock gótico o siniestro. El grupo, surgido de la evolución del punk tardío, supo desarrollar un sonido único y tremendamente personal, basado en el minimalismo, lo oscuro, lo tétrico, lo sobrenatural y lo grotesco. Todo ello mezclado con una estética oscura y depresiva que les hizo inconfundibles. La historia de Bauhaus es sorprendentemente breve para la influencia que ejercieron, y que hoy todavía perdura. Formados en 1978 y separados en 1983, la actividad generada por la banda y el peso de su influencia les convirtieron en un grupo que gozó, y todavía goza, de un culto impresionante. Su música, basada en un sonido sombrío y obsesivo, transmitía la misma sensación que un tren fantasma que circula sin conductor y cuyo pasaje está compuesto por vampiros y muertos vivientes.

Compuesta por el cantante Peter Murphy, el guitarrista Daniel Ash, el bajista David Jay y el batería Kevin Haskins, la banda dió lugar al rock gótico, género que crearon de la nada a base de interiorizar influencias como el glam rock, el punk, las referencias literarias y los clásicos del cine de terror en blanco y negro. El resultado fueron unas canciones que crecían en espirales hipnóticas entre húmedos bloques de piedra de una catedral gótica. Bauhaus siempre gustaron de bailar en habitaciones oscuras. Sorprendentes, epatantes y espectaculares, Bauhaus operaban con una exquisita mezcla de orgullo, depresión, luminosidad hiriente e impresionismo sonoro. Sus primeros discos eran auténticas ceremonias de aquelarres celebrados entre sombras, una turbadora vorágine de opresión casi mística que atrapaba y envolvía al oyente entre salmos lóbregos y visiones de pesadilla.

The Sky’s Gone Out fue su tercer álbum en estudio, y el que cosechó un mayor éxito comercial de toda su carrera, llegando a la cuarta posición en los charts británicos. Publicado en 1982, muestra a la banda en todo su esplendor místico y creativo y gozando de una madurez compositiva e interpretativa traducida en inteligente evolución. A su habitual estiló gótico y oscuro incorporan nuevas propuestas sonoras basadas en el tratamiento electrónico de los instrumentos, que les lleva a producir atmósferas más densas incluso que en anteriores trabajos. Desde el inicio del disco, con una demoledora versión del tema de Brian Eno Third Uncle, hasta la triste y depresiva despedida con el tema final, Exquisite Corpse, todo el álbum es un atormentado paseo por los abismos del alma humana, un fascinante recorrido por la locura, la enfermedad y la muerte, un apasionante viaje musical que refleja perfectamente la atormentada visión del rock que Bauhaus poseía.

Canciones como la inquietante Silent Hedges, con sus retorcidas visiones sobre el descenso a los infiernos, o All We Ever Wanted Was Everything, llena de desolación y pesimismo, nos traen a unos Bauhaus más reposados y cerebrales que de costumbre, aunque igualmente turbadores. Por su parte, piezas como In The Night o Swing The Heartache nos traen a los clásicos Bauhaus de ambientes opresivos y sonidos escapados de una película de terror de los años treinta. Aunque las dos joyas indiscutibles del álbum son The Three Shadows, composición dividida en tres partes en la que el grupo realiza toda una demostración de habilidad para retratar la desesperación. La otra canción clave es Spirit, uno de sus mayores éxitos en formato single, una curiosa declaración de amor y reverencia hacia sus fans, siempre entregados de brazos abiertos a las fantasmagóricas liturgias que representaban sus conciertos.

Un año después de publicarse The Sky’s Gone Out, la banda se separaba por diferencias entre Peter Murphy y el resto del grupo. La típica batalla de egos de toda la vida en el mundo del rock. Casi treinta años después, su leyenda se mantenía fuerte y viva. Escuchando The Sky's Gone Out podrás comprobar el alcance de esa leyenda. Si te consideras preparado para comprobar cuánto calor hace en el infierno, este es el momento. Los señores oscuros te esperan con los brazos abiertos.

jueves, 22 de abril de 2010

DESPOJADO DE MI ALMA


Se anuncia a los cuatro vientos la reedición de Exile On Main Street, para muchos la joya de la corona de la extensísima discografía de The Rolling Stones, prevista para mediados de mayo. Reedición (en varios formatos, incluido alguno de verdadero lujo) cuya fase previa contempla la publicación de un single con un tema inédito (Plundered my soul), canción grabada en las mismas sesiones (1971) en las que se fraguó el mítico disco stoniano.

Cada vez que los Rolling Stones publican (o publicaban) un nuevo disco, los críticos de todo el planeta establecen siempre la misma comparación. El disco en cuestión es ensalzado o puesto en solfa en virtud de la distancia que le separa de Exile On Main Street. Treinta y ocho años después de su publicación, el único disco doble publicado por los Stones en toda su trayectoria continúa siendo el termómetro mediante el cual se mide el resto de su producción discográfica. Y eso que la banda venía de haber publicado en los últimos años obras maestras del calibre de Beggars Banquet, Let It Bleed o Sticky Fingers. Y hay que tener en cuenta también que quizá sea uno de los álbums menos conocidos del grupo, en el que escasean los temas comerciales y populares. Y sin embargo, como hemos dicho, es la referencia para averiguar si un disco de los Stones es más o menos interesante. ¿A qué se debe la leyenda y la importancia atribuida a Exile On Main Street?

Lo del exilio viene de que los Rolling Stones se trasladaron a Francia por cuestiones legales (el fisco perseguía a los pobres), y alquilaron una mansión en la Riviera francesa. Allí, rodeados de un ambiente decadente y caótico, con amigos que entraban y salían continuamente entre fiesta y fiesta, medio peleados entre ellos y colocados la mayor parte del tiempo, graban su obra más influyente y decisiva. ¿Por qué Exile On Main Street es la obra definitiva y capital que es? Pues porque es una jubilosa y contagiosa amalgama de rock, blues, country y godspell, producida con parquedad y sequedad, y en el cual las canciones, más que compuestas, son improvisadas prácticamente en directo por el grupo. Los sonidos tradicionales del rock y el blues americano, la versatilidad de tempos y temáticas, y el increíble estado de forma de la banda son las piezas clave de un disco que es sin duda una de las cimas más altas de toda la historia del rock.

El nervio, la libertad, la bendita suciedad que respira todo el álbum y la chulería y descaro con que se suceden las piezas imprescindibles, hacen de Exile On Main Street toda una clase magistral de qué es y cómo debe sonar el rock’n’roll. Sin temas clásicos instantáneos, con un sonido fundamentado en un marasmo de guitarras chirriantes y voces desgarradas, y con las tomas realizadas en una unidad móvil instalada en el jardín de la mansión, The Rolling Stones vuelven a convertirse, quizá por última pero definitiva vez, en la mejor banda de rock’n’roll del mundo.

Dice una frase conocida que en el caos no hay error. En el maravilloso caos de Exile On Main Street lo que hay son algunas de las mejores canciones que grupo alguno haya grabado jamás. Desde la turbulencia y la inmediatez de piezas como Rocks Off, Rip This Joint o All Down The Line, hasta la belleza cruda y descarnada de baladas magistrales como Let It Loose o Shine A Light, pasando por los temas más conocidos del disco, Tumbling Dice, Happy o Sweet Virginia, la escucha del álbum es toda una aventura mágica y casi iniciática que ayuda al oyente a redescubrir y disfrutar de la música que le fascinó en su adolescencia y que en muchos casos, dio sentido a más de una vida.

Rotundo, pletórico, físico en su portentosa emocionalidad, capaz de elevar mente y espíritu a la vez, Exile On Main Street sigue siendo hoy en día un monumento erigido a la mayor gloria del rock’n’roll. Pocas veces el rock ha sabido transmitir con tanto acierto tantas dosis de emoción como en este disco impagable e imprescindible. Y pocas veces también una colección de canciones ha comunicado algo innegable: que el rock no es sólo música. También es una forma de vida, un estado de ánimo, una disposición a abrazar la vida para no dejarla escapar.

Uno puede tener unos cuantos discos de cabecera que le acompañan fielmente con los años. Nunca te defraudan y siempre te aportan algo nuevo. Te redimen, te acarician, te miman, e incluso te riñen por tu bien. Como una madre recta y benévola o un amigo de toda la vida. Y en ese selecto grupo de discos que pueden conseguir hacer todo esto y más, no dudes ni por un momento que Exile On Main Street ocupa uno de los más destacados lugares.

viernes, 16 de abril de 2010

LA GRAN ESTAFA DEL ROCK’N’ROLL


Hace unos diez días falleció víctima de un cáncer de pulmón a los 64 años de edad Malcolm McLaren, uno de los personajes más curiosos, intrigantes y carismáticos que haya pululado nunca por las verdes praderas del rock’n’roll. Diseñador de moda arriesgado e innovador, pretendido filósofo influenciado por los situacionistas franceses, fue siempre un rebelde provocador que llevó al extremo la idea de alborotar era rentable.

Comenzó su curioso periplo abriendo una tienda de moda en Londres bautizada como Let It Rock, junto a su por entonces socia Vivienne Westwood, pero muy pronto decidió que eso de la ropa era poco para él y se hizo manager musical. Su primer grupo fue nada menos que los New York Dolls, un combo de rock sucio y salvaje a caballo entre los Rolling Stones y los Stooges de Iggy Pop, allá por 1975. Los Dolls (cuya formación albergó a músicos como David JoHansen o Johnny Thunders) comenzaron su breve carrera disfrazados de prostitutas travestizadas, y al bueno de Malcolm, que quería ir siempre un paso más allá, no se le ocurrió otra forma de promocionarlos que vestirlos por entero de cuero rojo y hacerles actuar con una bandera comunista a su espalda por todo Estados Unidos.

El resultado de dicha estrategia fue la rápida disolución del grupo y la vuelta de MacLaren a su oficio inicial; abrió una nueva tienda de ropa en Londres llamada Sex y esperó, dedicado a lamerse las heridas de su desmedido ego mientras tanto. No mucho después, Malcolm se fijó en un grupo de jóvenes airados que solía merodear cerca de la tienda. Y ese día tuvo una idea, La Idea. En pocas semanas, la pandilla de desempleados harapientos se convirtió en el germen de los Sex Pistols, el grupo más irreverente y odiado de la historia del rock.

El resto de la historia es más o menos conocido. Los Pistols publicaron unos cuantos singles incendiarios (Anarchy In The UK, God Save The Queen, Pretty Vacant), y un único álbum (Never Mind The Bollocks), y en apenas un año fueron Atila, los Hunos y Gengis Khan, todo junto y revuelto, siendo prohibidos a diestro y siniestro en radios y televisiones y convirtiéndose en el grupo más popular del planeta con apenas un puñado de canciones y cuatro nociones musicales básicas. Sí, Malcolm McLaren fue de hecho el inventor del punk, por si alguien no lo sabía todavía.

Pero la banda se cansó rápidamente de él y sus manipulaciones (retratadas en la película The Great Rock’n’roll Swindle) y se descompuso en 1978. McLaren lo volvió a intentar con Bow Wow Wow, y posteriormente con el hip hop, los ritmos étnicos y la World music antes de dedicar sus esfuerzos (baldíos) al cine y la televisión. Pero no tuvo suerte, y su paso por la vida será únicamente recordado por sus extravagancias de los años 70 y por ser capaz (ahí es nada) de tomarle el pelo a toda una generación mundial que creyó que aquellos cuatro jóvenes con el pelo de punta podrían poner en jaque al sistema. Gran broma.