jueves, 23 de diciembre de 2010

FIN DE AÑO... ¿MUSICAL?


Me doy una vuelta por Internet para dar un repaso a las últimas noticias musicales de este casi finiquitado 2010. En parte, es un ejercicio de masoquismo, lo sé. Pero no puedo evitarlo; hoy me siento gamberro y no puedo dejar pasar este bonito momento de solaz y esparcimiento, así que allá vamos.

Green Day preparan nuevo álbum para 2011. Ah, qué bien. Deben ser la única banda de “punk-rock” que ignora el paso del tiempo y las teorías de la relatividad de Einstein, y por eso continúan haciendo el mismo disco desde hace… bueno, mucho tiempo.

Más. Rihanna y Christina Aguilera escandalizan al público británico. Bueno, más bien escandalizan a Ofcom, la entidad encargada de supervisar el contenido de la radio y la televisión británicas, y que ha anunciado una investigación por la actuación que ambas realizaron en la final del concurso “Factor X” presentando sus últimos dos singles, y que según dicha entidad fueron un tanto “subidas de tono”. ¿Subidas de tono? ¿Quiere decir Ofcom que ambas cantantes promulgaron proclamas racistas o sexistas? ¿Hicieron el saludo fascista, promovieron la violencia doméstica? ¡Ah, no! Que es que sus actuaciones fueron un tanto eróticas, y claro, eso es tremendamente peligroso y subversivo. Aclarado queda.

Sigamos. El nuevo disco de Avril Lavigne ya tiene fecha, y yo me quedo paralizado por el horror al comprender que no se habla del 2020 o del 2035, sino… ¡del año que viene! ¡Horror! Y hablando de horror, constato con ídem que Lady GaGa tiene ya ocho figuras de cera en museos de todo el mundo. Y yo me pregunto: ¿no hay más cera que la que arde?

Por último, una noticia curiosa, si más no: el paso de cebra en el que los Beatles cruzan la calle Abbey Road en la portada de su último disco (1969), ha sido declarado patrimonio cultural por la English Heritage. John Penrose, ministro británico de Turismo y Patrimonio, se ha mostrado encantado con la idea y afirma que ese cruce forma parte del patrimonio británico.
Y yo me vuelvo a preguntar: ¿y la música? En fin, buenas fiestas feliz 2011.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

LOS INROCKUPTIBLES VII: CANCIONES EN LA PLENITUD DE LA VIDA


Demasiadas veces se utilizan los términos “obra maestra” o “clásico” para definir un disco. Pero si alguna vez estos u otros calificativos han estado justificados, es justamente para describir obras como Songs In The Key Of Life, el trabajo más completo, creativo y abrumador del gran Stevie Wonder, junto a Marvin Gaye, el gran responsable de que la música popular de raíces negras alcanzara su mayoría de edad expresiva en los años setenta, década en la que su inmenso caudal creativo alcanzó su máximo esplendor.

Tras dejar atrás un período de incipiente éxito como artista juvenil en los sesenta, Stevie Wonder alcanza con el cambio de década una deliciosa y exhuberante madurez que le lleva a grabar discos imprescindibles como Music Of My Mind o Talking Book, puro néctar de raíz negra que toma su definitiva e impresionante dimensión en otra obra mayestática: Innervisions. Pero es sin duda Songs In The Key Of Life el álbum definitivo de la obra de Stevie Wonder. Todos los terrenos y palos que el músico ciego había explorado con anterioridad se encuentran en este doble disco maratoniano, y con unas dosis de creatividad e imaginación corregidas y aumentadas.

A partir de la introspección y la exploración de las visiones interiores de su alma de artista, Wonder agita la conciencia social de sus hermanos de raza, tal y como antes lo había hecho Marvin Gaye, y apuesta por realizar un admirable canto a la negritud envuelto en jirones de la mejor música negra que nunca se haya grabado y publicado. El soul, el godspell, el funk, el jazz... Ningún género escapa a la visión personal y personalista del genio de Michigan, que realiza todo un alarde compositivo y también interpretativo, pues él mismo es el encargado de tocar prácticamente todos los instrumentos que suenan en el disco, tal y como había hecho en anteriores trabajos, y tal como años después haría Prince en un intento de emular, que no alcanzar, la grandeza y la genialidad de Stevie Wonder.

Ya desde las primeras notas del disco, iniciado con el tema Love´s In Need Of Love’s Today, el oyente se da cuenta de que está a punto de asistir a una escucha que puede cambiar su vida. La magia rezuma por todos los poros y notas del doble álbum, magia que alcanza sus conjuros más poderosos en canciones como Pastime Paradise, Ordinary Pain, Joy Inside My Tears, If It’s Magic o Another Star, composiciones en que la fibra sensible del oyente es estrujada y fragmentada de manera que resulta casi dolorosa. Tampoco faltan en el álbum temas más epidérmicos que se convirtieron en singles de éxito y que aún hoy resultan perfectamente reconocibles por el gran público, como es el caso de I Wish, Sir Duke o Ist’n She Lovely, canciones que han pasado a formar parte del imaginario colectivo y que deberían estar en cualquier resumen o recopilación sobre música popular que se precie de una mínima seriedad. Y todo esto, además, vehiculado a través de una instrumentación abigarrada y colorista y, sobre todo, catalizado por una voz en estado de gracia que es ébano puro, un prodigio de la naturaleza cuya capacidad para emocionar alcanza cotas casi imposibles de igualar.

Decir que Songs In The Key Of Life es un pedazo de disco es quedarse muy, muy corto. Es un mundo en sí mismo, un punto y aparte imitado y fotocopiado sin piedad, pero a salvo de plagios mediocres gracias a su tremenda capacidad para permanecer en el tiempo fresco e inmaculado. ¿La obra cumbre de la música popular negra? Pues sí, me atrevo a decirlo. Así que no te pierdas este regalo de los dioses por nada del mundo. Ni yo ni tú mismo podrías perdonártelo.

martes, 16 de noviembre de 2010

PRESENTADA LA NOVELA "TE ESCRIBIRÉ UNA CANCIÓN", DE ÓSCAR BASTANTE


Pues sí, ya se presentó (presenté) mi primera novela, Te escribiré una canción, que como ya expliqué en el anterior post está íntimamente ligada al mundo de la música. A continuación, pego la noticia que de la presentación hizo la emisora municipal Radio Rubí (99.7 FM):

Óscar Bastante plasma su pasión por la música en la novela 'Te escribiré una canción'

El director de Ràdio Rubí, Óscar Bastante, ha presentado este jueves en la Biblioteca Municipal Mestre Martí Tauler su primera novela, Te escribiré una canción. El libro relata tres historias paralelas en torno a la música, que es la gran pasión del autor, y el amor.La primera novela de Óscar Bastante ha sido publicada por Ediciones Oblicuas dentro de su colección Narrativas Oblicuas. El libro une las historias de tres personajes: un hombre ingresado en un hospital debido a un accidente, una estrella del rock y un periodista musical. De hecho, la música es el hilo conductor de toda la narración, tal y como demuestra el hecho de que los 37 capítulos del libro están introducidos por fragmentos traducidos de canciones de grandes cantantes y grupos. Lídia Juste, jefa de programas de Ràdio Rubí, ha sido la encargada de acompañar a Óscar Bastante en la presentación de su libro en el auditorio de la Biblioteca Mestre Martí Tauler, donde estaba, entre otros, la alcaldesa de Rubí Carme García lores. El autor de Te escribiré una canción pidió expresamente a la editorial que este primer acto se celebrara en Rubí, ciudad donde trabaja y conoce a mucha gente. Según ha declarado Bastante, 'es un orgullo' presentar el libro en la nueva biblioteca de la ciudad. Ediciones oblicuas, la editorial que publica la novela, promociona a autores noveles que tienen dificultades para acceder a otras editoriales por cuestiones de marketing. El director editorial de esta compañía, Alberto Trinidad, también ha asistido a la presentación del libro de Óscar Bastante, que ha calificado como 'una de las puntas de lanza' de la colección Narrativas Oblicuas, pensada para promover el talento frente los valores de los best-sellers.Tras la presentación de Te escribiré una canción en Rubí, Óscar Bastante promocionará su libro en Barcelona.

Tras esta presentación de Te escribiré una canción en Rubí, se realizará otra presentación del libro en Barcelona el próximo día 2 de diciembre en la Galería Cosmo Bar, en la calle Enrique Granados número 3 a las 19,30 horas.

Para todos los interesados en adquirir la novela, la misma puede encontrarse en las siguientes librerías:
LAIE: Pau Claris, 85; http://www.laie.es/autor/oscar-bastante/
BERTRAND: Rambla de Catalunya, 37
Catalonia: Ronda de Sant Pere, 3
Alibri: C/ Balmes, 26
Y por Internet, estos son los enlaces para comprarla bajo demanda o en modalidad e-book:
http://www.edicionesoblicuas.com/libro.php?libro=39

jueves, 28 de octubre de 2010

ÓSCAR BASTANTE PRESENTA SU PRIMERA NOVELA, "TE ESCRIBIRÉ UNA CANCIÓN"


Es motivo de honda satisfacción anunciar... Sí, efectivamente, la primera novela del humilde autores de este blog está a punto de ver la luz. Editada por Ediciones Oblicuas, "Te escribiré una canción" se podrá encontrar en librerías como La Casa del Libro, además de adquirirse por Internet en la web de la editorial: http://www.edicionesoblicuas.com/, al módico precio de 16 euros. Para celebrar tan magno acontecimiento, se realizarán dos presentaciones públicas de la novela: la primera será en la ciudad de Rubí, en el auditorio de la Biblioteca Municipal Mestre Martí i Tauler el día 11 de noviembre a partir de las 19,30 horas, en un acto donde intenvendré para hablar del libro, junto con la periodista local Lidia Juste y el director editorial de Ediciones Oblicuas, Alberto Trinidad. Ni que decir tiene que los interesados podrán adquirir la novela durante esa presentación, y llevarse (a quien le haga ilusión) el ejemplar firmado y dedicado. La segunda presentación se realizará en Barcelona, en lugar y fecha todavía por concretar, presentación sobre la que se informará en su momento en este blog. Y ahora, el quid de la cuestión: ¿de qué va la novela? Para que os hagáis una idea, aquí va el texto que en la contraportada del libro define su argumento: Víctima de un grave accidente de tráfico, Ramiro Vilalta yace en una cama de un hospital en estado grave. Mientras lucha por su supervivencia, repasa algunos de los aspectos más significativos de su vida, marcada por una juventud disipada y un presente asentado y aparentemente convencional. Mientras tanto, y de forma paralela, el periodista musical Ramón Llopis emprende un difícil periplo para lograr entrevistar a la estrella musical más importante de los últimos años, Román Vaz, cantante del grupo Imperius Rex. Ayudado por la fotógrafa Ania Ballester, consigue llegar a Román Vaz a través del director de la gira que Imperius Rex está realizando por toda España. Cuando por fin se produce el encuentro, Llopis comprende que tras el ídolo de masas se esconde una persona que guarda en su interior un dolor angustiante fruto de una antigua pérdida sentimental. Con ello Vaz perderá algo de su aura de mito viviente, y ganará una humanidad que intenta esconder bajo la apariencia de estrella rutilante e intocable.Pero, ¿qué relación tiene Vilalta con los otros dos personajes? ¿Cómo encajan sus circunstancias vitales con las del periodista y el músico? ¿Qué tienen los tres en común? Son tres personajes cuya vida se estructura alrededor de la música. Tres personajes que componen varias historias sobre el amor. Tres personajes que nos hablan de los sueños de juventud. Tres personajes cuyo destino final está entrelazado de manera irremediable sin que ellos ni el lector sepan por qué hasta el último momento, hasta el último suspiro de la novela. Para aquellos que me conocen un poco no será una sorpresa que uno de los temas centrales de la novela sea la música, pues aparte de melómano empedernido parte de mi vida laboral la pasé siendo periodista musical.

Ni que decir tiene que todo aquel que lea esta entrada está invitado a la presentación, que espero que sea un éxito (¿qué voy a decir, si no?).

lunes, 13 de septiembre de 2010

JIMI HENDRIX Y SU BANDA DE GITANOS


Nicolas Sarkozy no podrá expulsarlos de Francia, pero nunca está de más detenerse un momento para hablar acerca de, y escuchar a, The Band Of Gypsies, la efímera banda que montó el nunca suficientemente llorado Jimi Hendrix tras la disolución de la Experience. Y dicho recordatorio viene a cuento de que esta semana, concretamente el día 18, se celebra el cuarenta aniversario de la muerte de Hendrix, el genial guitarrista zurdo que conquistó el mundo con su garra y su técnica, y que revolucionó el mundo de la guitarra eléctrica para siempre.¿Lo recordamos un poco?

Nueva York, invierno de 1970. La Gran Manzana está preparada para reencontrarse con Jimi Hendrix en la presentación de su nuevo grupo, Band Of Gypsies. Veinte mil fans del guitarrista abarrotan el Madison Square Garden y rugen de éxtasis y placer cuando la banda salta al escenario. Todo va sobre ruedas hasta que, a mitad del concierto, Hendrix titubea, mira inexpresivamente al público, da media vuelta y se va del escenario, dejando a sus compañeros de escenario estupefactos y a un público atónito que aúlla su rabia hasta el paroxismo. La caída de Jimi Hendrix a los infiernos parece imparable.

Tras casi cuatro años ininterrumpidos de discos y giras con la Jimi Hendrix Experience, el guitarrista más legendario de la historia del rock comenzaba a cansarse de verse sometido a los dictados de la industria. Sus devaneos con las drogas fueron en aumento al mismo tiempo que intentó montar un par de proyectos musicales que no acabaron de cuajar. Fue a finales de 1969 cuando Hendrix montó un nuevo grupo en compañía del batería Buddy Miles y el bajista Billy Cox, un grupo que bautizó con el nombre de Band Of Gypsies. La nueva banda era un trío de músicos de color que poseía un enorme virtuosismo instrumental, quizá menos arriesgados y experimentales que la Experience, pero capaces de desarrollar unos trances rítmicos y unas improvisaciones difíciles de igualar. El primer y único álbum del grupo fue este disco grabado en directo en la Nochevieja de 1969, un álbum pletórico y feroz en donde los tres músicos se permiten alardes de todo tipo sin los corsés que arrastraba el primer grupo del guitarrista.

Band Of Gypsies, el álbum, fue también el último disco que Hendrix grabó en vida, y probablemente su obra más libre y personal, con la cual pretendía desmarcarse de etiquetas e iniciar un camino sin retorno. Configurado como una gigantesca jam-session repleta de improvisaciones y música de factura instantánea surgida del momento, Band Of Gypsies contiene una enorme carga emocional y recoge todas las influencias emanadas del funk y el jazz que Hendrix había alimentado en los meses anteriores. Intenso, sutil e inteligente, el álbum es algo así como el eslabón perdido entre los tres primeros discos del guitarrista y lo que podría haber desarrollado en el futuro si no hubiese muerto ese mismo año de 1970. La guitarra de Hendrix llora, gime y atraviesa el espacio como si fueran gritos entrecortados de un niño que tiene miedo a la noche. A su lado, la batería de Buddy Miles y el bajo de Billy Cox ametrallan los oídos y las mentes en una conexión emocional que llega a helar la sangre. Es difícil destacar algún tema del álbum, pues las piezas resultan a veces meras excusas para una ejecución instrumental desatada aunque milimétrica. Pero sí hay que hacer hincapié en temas como We Gotta Live Together, con sus juegos inacabables entre guitarra y voces, o Machine Gun, una extensa pieza de contenido antibelicista en la que Hendrix conjura bombardeos, armas tronando y gritos de dolor en medio de la batalla con la única ayuda de las seis fieles cuerdas de su mágica guitarra.

Desafortunadamente, la vida de la Band Of Gypsies fue efímera, y ese mismo invierno de 1970 deja de existir. Hendrix formó un nuevo grupo manteniendo a Billy Cox e incorporando a Mitch Mitchell, el batería de la Experience. Pero su estado de ánimo iba empeorando por momentos, e incluso llegó a admitir que le costaba extraer nuevos sonidos a su guitarra. El 18 de septiembre, Jimi Hendrix era encontrado muerto en el apartamento de una amiga, al parecer por ingerir una dosis excesiva de píldoras para dormir. La presión de la industria y el público, junto con el consumo regular de drogas, pudo con el genial guitarrista. No obstante, al morir, su legado se transformó en las tablas de la ley de la guitarra eléctrica. La historia personal de Jimi Hendrix es parte inseparable de la historia de la música rock. Y un buen pedazo de esa historia, libre e indomable como lo fue su propia música, quedó por siempre capturada en en este disco. Que lo disfrutes (aunque sea tarde).

martes, 20 de julio de 2010

LOS INROCKUPTIBLES VI: CUENTOS DE OCÉANOS TOPOGRÁFICOS


Durante la primera mitad de los años setenta, el panorama de la música rock estaba dominado básicamente por tres estilos que tuvieron una suerte diversa: el heavy metal, el glam rock y el rock sinfónico. El heavy metal, después de sufrir múltiples mutaciones, continúa vivo y coleando hoy en día, mientras que el glam rock suele revivir de sus cenizas de tanto en tanto. Sin embargo, el llamado rock sinfónico (o progresivo) fue muriendo poco a poco durante unos pocos años hasta desaparecer literalmente, convirtiéndose en un género denostado y maldito. Pero no cabe duda de que en su momento fue uno de los estilos dominantes del rock, y que dejó para la historia un puñado de obras cuya calidad está fuera de toda duda. Y Tales From Topographic Oceans es una de ellas.

Surgidos a finales de los sesenta, Yes fue un grupo que cabalgó en sus inicios entre el rock progresivo y la psicodelia hasta que su formación se estabilizó con la entrada del guitarrista Steve Howe y el teclista Rick Wakeman, que pasaron a ser, junto a la voz de Jon Anderson, elementos inconfundibles de su sonido. Un sonido que en álbums anteriores como Fragile o Close To The Edge ya estaba perfectamente definido: temas largos de intrincados desarrollos melódicos, ejecución instrumental milimétrica, letras que cabalgan entre el misticismo y la ciencia-ficción, y, sobre todo, ingentes cantidades de imaginación y fantasía. En este sentido, Tales From Topographic Oceans es la cumbre del sonido Yes. Se trata de una obra ambiciosa y exhaustiva, en la que el grupo se vacía completamente y descarga todas sus potencialidades.

Originalmente, el álbum era un doble vinilo en el que cada cara estaba ocupada por una única composición, rondando todas ellas los veinte minutos de duración y convirtiéndose en verdaderas suites que, a la manera de las composiciones clásicas, mantenían una compleja sucesión de pasajes musicales. Atmósferas cambiantes, ritmos complejos que huían del consabido compás clásico del rock, ambientaciones surrealistas y temáticas esotéricas se suceden sin interrupción hasta dejar al oyente conmocionado y extasiado ante tamaño despliegue de imaginación. Según cuenta Jon Anderson, líder y alma de Yes, las cuatro composiciones del disco están basadas en viejos libros del espiritualismo hindú, llamados vedas. Cada una de las suites tiene como eje argumental uno de esos libros y gira alrededor de cuatro conceptos bien definidos: la creación del universo, la importancia de la memoria histórica, el recuerdo de las civilizaciones del pasado, y el renacimiento continuado del ser humano. Sin duda son conceptos un tanto alejados de la temática clásica de los discos de rock, pero en manos de Yes se convierten en una maravilla, en una joya única e irrepetible que hoy sigue sonando tan sorprendente y vibrante como el día de su publicación, hace ya casi cuarenta años.

Así que, atención. Escuchar este álbum es entrar en un reino mágico, en un mundo paralelo repleto de fantasía musical, en una forma de comprender e interpretar la música que hoy en día, desgraciadamente, no tiene cabida en un panorama musical más pendiente de la imagen impactante y el estribillo de consumo rápido que en la genialidad de un trabajo irrepetible. A pesar de todo, y aunque parezca increíble, Yes siguen hoy vivos y coleando, publicando discos con cierta regularidad y realizando giras que de tanto en tanto les acercan por estas tierras. Y en cualquiera de esos conciertos, ten por seguro que las notas de sus canciones volverán a sonar y te transportarán hasta otra época que quizá no tuviste el privilegio de conocer.

martes, 13 de julio de 2010

RAMONES: RAYOS, TRUENOS Y CENTELLAS


Esta semana (el día 15) se cumplen 54 años del nacimiento de Marky Ramone (en realidad, Mark Bell), uno de los pocos supervivientes de la banda The Ramones, un grupo seminal dentro del nacimiento del punk-rock en los años setenta. Un grupo también cuya trayectoria se ha visto salpicada por la desgracia, pues tres de sus componentes originales han encontrado la muerte en los últimos diez años. Un grupo, a su vez, que merece ser recordado por muchas cosas, que pertenece por pleno derecho al breve pero intocable catálogo de bandas que en la pubertad te (me) ayudaron a abrir los ojos a la música pop. Así que, aviso: The Ramones me gustan, y mucho, y además fueron importantes para mí por varias razones.

Estamos en el primer lustro de la década de los setenta. En Nueva York, más concretamente en el barrio de Queens, tres tipos musicalmente analfabetos tratan de matar el tedio aporreando caóticamente sus instrumentos sin coherencia alguna pero con una rabia y unas ganas dignas de mejores cometidos. Pronto entran en contacto con Tommy Erdelyi (el único superviviente de la formación original), antiguo músico y asistente de grabaciones propietario junto a un amigo de una pequeña sala para ensayos y conciertos: el Performance Studio de Manhattan. Nacen así The Ramones, (Joey, Tommy, Dee Dee y Johnny). Ya está lista la formación definitiva de la banda, la que dará lugar a su larga leyenda, y la que como ninguna otra supo convertir la música de cuatro gamberros alienados e inconscientes en todo un estilo de vida y en una fuente de inspiración para docenas de bandas en todo el mundo.

Asentados y decididos a llevar adelante sus ambiciones musicales como sea, unos pocos meses de ensayos confieren a sus composiciones un estilo que ya en sus albores es inconfundible. Agitan en su coctelera unas cuantas reminiscencias de rock’n’roll clásico (Elvis, Chuck Berry, Beach Boys), unas gotas de nostalgia sixties (Rolling Stones, las producciones de Phil Spector) y varios ingredientes del rock más truculento de los últimos años (The Stooges, New York Dolls, Alice Cooper), y les insuflan una nueva vida merced a composiciones de dos minutos de duración con el tempo acelerado hasta límites casi inhumanos. La marca de la casa de su música es la recuperación pura y dura de la quintaesencia del rock: acordes esenciales, riffs pegajosos, energía a raudales y velocidad de vértigo, todo ellos puesto al servicio de unas canciones minimalistas en las que desaparecen por completo los solos de guitarra y hasta los breaks de batería y se convierten en descargas energéticas de alto voltaje. Con estos ingredientes, The Ramones, sin saberlo, se aprestan a conquistar el mundo y a convertirse en una de las influencias más importantes y longevas del rock americano de los últimos veinticinco años. Influencia que comienza con la publicación de su primer y nunca suficientemente bien ponderado disco.

The Ramones, quizá como ningún otro álbum suyo en estudio, ejemplifica su propuesta de manera diáfana. Muchos de los temas-himno del grupo aparecen aquí: píldoras anfetamínicas como Blitzkrieg Bop, Judy Is A Punk, Chainsaw o Havana Affair destacan por lo perennes que fueron en sus repertorios de toda la vida, a pesar de que el tono general del álbum es eufórico, excitante, refrescante y muy divertido. Los catorce latigazos del disco (trece navajazos propios más una cover del Let’s Dance de Jim Lee), incomprendidos en su momento (les llamaron de todo: retrógrados, simplistas, subnormales, paletos, etc.), se convirtieron con el advenimiento del punk rock en uno de los principales capítulos del Antiguo Testamento de ese género. Con una celeridad inusitada hoy en día, en otoño del mismo 1976 vuelven a encerrarse en un estudio y a principios del 77 (el año de la definitiva explosión punk) publican Leave Home, otra ráfaga de fuego cruzado y efervescencia troglodita que deja para la posteridad un sonido un tanto más “refinado”, y nuevas joyas inmortales en su repertorio como Pinhead, Commando o Gimme Gimme Shock Treatment, entre otras muchas descargas de violencia sónica de dos minutos de duración. Durante el mismo año van y editan su tercer álbum: Rocket To Russia, la tercera pata de su trilogía inicial y otra soberbia muestra de su facilidad para manejar riffs demoledores, ritmos imparables y estribillos inolvidables.

Tras la entrada de Marky Ramone en la batería sustituyendo a Tommy en 1978, la banda se decide a ofrecer al mundo su obra maestra: It's Alive. Es muy poco habitual asegurar que un disco en directo (tópico, recurrente y manido subterfugio en demasiadas ocasiones) se encuentra entre lo mejor de la discografía de un grupo. Pero es que It’s Alive puede ser considerado como la quintaesencia del rock en estado puro; sin duda uno de los mejores discos en directo de toda la historia del género. Grabado en la nochevieja de 1977 (es decir, con la formación original al completo) en el Rainbow Theatre de Londres, It’s Alive (1979) es una auténtica orgía de energía en estado puro que enlaza sin parar veintiocho (28) temas del repertorio ramoniano ejecutados con un furor sin límites. Vamos, la pesadilla más negra y sádica que tu equipo de música puede proporcionar a tus vecinos. Y en 1980, la banda ve realizado uno de sus sueños: el productor de su siguiente trabajo, End Of The Century, es nada menos que Phil Spector, otro de los ídolos de los neoyorquinos. Trabada la relación entre banda y mito durante el rodaje de Rock’n’roll High School, Spector accede a dejar su impronta en otro de los trabajos imprescindibles del grupo.

Pero con el cambio de década, la banda comenzó a hacer gala de una velocidad de crucero menos vertiginosa en su trayectoria. Tras siete años juntos, era muy difícil mantener la frescura y la rabia inicial, y todas las bandas, por muy aparentemente cuadriculada que sea su música, acaban intentando añadir nuevos elementos, buscando nuevas vías y sonidos y, en definitiva, cambios que retrasen el estancamiento en el que inevitablemente se cae. A partir de aquí, la carrera del grupo entra en una prolongada fase de altibajos prolongada hasta 1995, año de edición de Adiós Amigos, el punto y final a más de veinte años de guitarreo incesante. La publicación en 1999 de Hey Ho Let’s Go The Ramones Anthology es el inmejorable e indispensable legado que una banda de la importancia de The Ramones necesitaba y merecía.

Con todo, los Ramones han sido mucho más determinantes para la historia del rock de lo que muchos han querido reconocer. Pero para darse cuenta del verdadero valor de su carrera, nada mejor que la lista que la prestigiosa revista SPIN realizó para proclamar los grupos y solistas más influyentes de la historia del rock. Allí, junto a Beatles, Rolling Stones, Led Zeppelin o Jimi Hendrix, los Ramones figuraban en letras de oro para proclamar a los cuatro vientos la necesidad de que en el mundo todavía haya gente que aúlle, grite, baile y salte cuando oiga el estruendo formado por cuatro tipos malcarados que machacan sus instrumentos mientras ejecutan esa música que parecía que no iba a ser más que una moda pasajera de la juventud norteamericana de mediados de los años cincuenta: rock.

UN EPÍLOGO PERSONAL: Primavera de 1981: un colega me propone realizar juntos un par de comics para un fanzine que se llamaba La Julandrona. Como la temática deviene un tanto... digamos subversiva, mi colega argumenta la necesidad de adoptar seudónimos para firmar nuestra obra. El que yo elijo es Gabba Gabba Hey. Y no preguntes por qué.

viernes, 2 de julio de 2010

BRIAN JONES: EL GENIO MALOGRADO


Mañana día 3 de julio se cumplen 41 años (03/07/1969) de la muerte de Brian Jones, el guitarrista original, junto a Keith Richards, de los Rolling Stones. Lewis Brian Hopkins-Jones, conocido para la posteridad como Brian Jones, fue el Rolling Stone inicial que más caro pagó (con su propia vida) el huracán de fama, dinero y escándalos que envolvió a los Stones allá por los años sesenta. Nacido en febrero de 1942 en Cheltenham, Brian Jones fue un niño inteligente y sumamente precoz en todos los aspectos, incluído el sexual, ya que a sus múltiples conquistas femeninas durante la adolescencia cabe añadir que tuvo varios hijos ilegítimos, el primero de los cuales fue engendrado a la tierna edad de diesiete años. A la par que realizaba sus incansables correrías con el sexo opuesto, Brian aprovechaba para estudiar jazz con la guitarra mientras realiza diversos trabajos temporales hasta que forma su primer grupo musical, los Ramrods, antes de su traslado a Londres, tras el cual dedica un par de años (entre 1961 y 1962) a vagabundear por toda Europa.

De vuelta en Londres, Jones frecuenta un local llamado Ealing Club, propiedad de Alexis Korner, en donde se montan frecuentes jams en las que Brian Jones puede saborear las reminiscencias musicales de sus principales ídolos, los bluesmen Elmore James y Jimmy Reed. En una ocasión histórica conoce en dicho club a Mick Jagger y Keith Richards, tras lo cual el trío en cuestión decide crear el embrión de lo que llegará a ser la mejor banda de rock de la historia. Jones, dotado de una técnica guitarrística superior a la de Richards, aunque sin su don para la composición, enseña al resto de los miembros del grupo los secretos arcanos del blues y se convierte en el elemento más exótico y espectacular de la banda. A mediados de los sesenta, Brian Jones es la sensación de la escena pop londinense a la vez que deviene el líder espiritual y musical de los Stones. Multiinstrumentista eficaz e ingenioso, Jones es un melómano compulsivo al que le gusta recorrer los oscuros y misteriosos senderos de diversos tipos de folklores musicales, tales como el hindú y el magrebí. Muchas son las piezas de los Stones de aquellos años que ostentan claramente la marca exótica e inquieta del rubio guitarrista. En discos como Aftermath, Between the Buttons y, sobre todo, Their Satanic Majesties Request, Brian Jones hace gala de su heterodoxia y recubre las composiciones de Jagger y Richards de un caleidoscopio de sensaciones y perfumes exóticas, fácilmente visibles en temas emblemáticos como Paint it Black, Ruby Tuesday, Under my Thumb o 2000 light-years from home.

Además de su trabajo con los Rolling, Brian Jones colaboró tocando el saxo en el tema de los Beatles You Know my Name, Look Up the Number, y tomó parte en la composición de la banda sonora del film Asesinato y homicidio, protagonizada por su novia de entonces, Anita Pallenberg (que posteriormente le dejó por Keith Richards), en colaboración con Nicky Hopkins y Glyn Johns. Sin embargo, Jones ya estaba iniciando la pendiente de su vida personal. De carácter inseguro y neurótico, Brian había comenzado a consumir drogas de todo tipo en una cantidad que sobrepasaba de todo punto lo recomendable. A menudo se pasaba todo el día como en trance, sumido en un profundo retiro de la realidad que le hizo casi imposible mantener el mismo tren de vida que el resto de los miembros del grupo. Había discos que grabar, giras que realizar...Hacia 1968, mientras los Stones ruedan la película Rock´n´roll Circus, Brian Jones ya es casi una caricatura de sí mismo, gordo y con la mirada neblinosa perdida en insondables pensamientos. A principios de 1969, Brian se ve obligado a dejar la banda ante las presiones de Jagger y Richards, y el 2 de julio de ese mismo año aparece ahogado en su piscina tras una ingestión masiva de barbitúricos durante la fiesta que daba en su nueva mansión de Cochford Farm.

Acongojados, los Stones dedicaron a Jones el famoso concierto del Hyde Park a los pocos días de su muerte y publicaron en 1971, en su nuevo sello Rolling Stones Records, la única obra de Brian Jones en solitario, Brian Jones presents the Pipes of Pan at Joujouka, un álbum grabado en Tánger en 1966 junto a diversos músicos marroquíes y que daba cuenta de su amor por las músicas exóticas y los sonidos poco convencionales. Su mejor descripción se encuentra, sin lugar a dudas, en su propia lápida, inscrita el día de su muerte: "No me juzguéis demasiado duramente". No lo haremos.

lunes, 21 de junio de 2010

POLICÍAS Y AGUIJONES


Leo en Internet que Sting visitará Bilbao, Madrid y Barcelona en el mes de octubre para repasar todos (¿todos cuántos son?) sus grandes éxitos junto a la Royal Philharmonic Orchestra, dirigida por Steven Mercurio, en el seno de una gira mundial cuyo nombre genérico es "Symphonicity". El ex líder de The Police actuará el 27 de octubre en Bilbao, mientras que los conciertos de Madrid y Barcelona tendrán lugar los días 29 y 30 de octubre, respectivamente. Vamos, que Sting está de reformas y ha decidido darle un barniz clásico a sus composiciones para seguir estando en el candelero (¿o era candelabro?). Lo cual me lleva a recordar los buenos viejos tiempos en que el británico irrumpió junto a The Police, revolucionando la escena musical de aquel momento con una propuesta arriesgada y novedosa.

Corría el año 1978. El punk se desdoblaba y mutaba a la espera del ruidoso final de Sex Pistols y la evolución de bandas como The Clash o The Stranglers. Las huestes del heavy metal y el rock sinfónico se encuentran en franca retirada cuando no a dos metros bajo tierra. En estas, un trío de músicos bregados y curtidos, todos ellos teñidos de rubio, inventa la siguiente revolución de la música rock y son proclamados como la nueva gran esperanza: The Police emergen al mundo. Y nada fue ya como antes.

Sting, Andy Summers y Stewart Copeland eran excelentes instrumentistas que provenían del mundo del jazz y el rock progresivo. Pero, listos ellos, sabían de sobra que con ese bagaje no iban a ir a ningún lado en la Gran Bretaña enfebrecida por el punk. El trío decide enmascarar sus proezas musicales con el barniz del punk rock. Pero rápidamente se dan cuenta de que han subido a ese barco demasiado tarde, cuando ya los Pistols y otras bandas pioneras del género se están empezando a descomponer. Ni cortos ni perezosos, renuevan otra vez su ajuar musical, incorporan trazos del pop británico de toda la vida y algunas gotas de reggae y otros ritmos caribeños. El resultado de todo ello es Outlando’s d’Amour. El álbum, desde sus primeras notas, estaba destinado a arrasar todo el planeta. Outlando’s d’Amour es básico, nervioso y elegante. Un torrente de rock anfetamínico salpicado de pop y reggae y aderezado con algunos temas que hace más de tres tres décadas que han pasado a la historia. Mientras que otros trabajos suyos posteriores contenían música más trabajada y ambiciones poco contenidas, el disco de debut de The Police es desde su primera escucha una auténtica patada en los altavoces de cualquier equipo estéreo.

Directo, visceral, consistente y casi simple, el disco es una batidora que funciona a dos millones de revoluciones por minuto, una centrifugadora de estilos y géneros abordados con una frescura y un descaro simplemente desconocidos por aquellos años. Sin un ápice de relleno, sin canciones cosidas con hilo de pescar, Outlando’s d’Amour rompe y rasga el universo rock de 1978 como pocos discos lo han logrado hacer nunca. La fiesta se abre con Next To You, uno de los temas más punk del álbum, y se cierra con Masoko Tanga, un delirio de world music a ritmo de vértigo. En medio de estas dos canciones, un torrente de creatividad, fiebre, estribillos memorables y ritmos insospechados. Buenas muestras de ello son composiciones como Hole In My Life, Truth Hits Everybody, o Be My Girl – Sally, sorprendentes, inusuales, espectaculares incluso. Pero por encima de todo, y sin desmerecer ni mucho menos al resto del disco, tres canciones destacan poderosamente en el debut discográfico de The Police: la melódica I Can’t Stand Losing You, infecciosa y pegajosa como pocas, la sutil e inolvidable So Lonely, y por supuesto, el tema por el cual el grupo será recordado por los siglos de los siglos: Roxanne, la inmensa, incomparable historia de una prostituta marginal con la cual el trío llegó al cielo del rock and roll en tan sólo tres minutos y doce segundos. Impresionante.

El resto de la historia del grupo es bien conocida. Continuaron cosechando éxitos con discos como Reggatta de Blanc o Zenyatta Mondata, y temas como Message In A Bottle, Walking On The Moon o Every Breath You Take. Pero la historia la comenzaron a escribir con Outlando’s d’Amour. Una obra maestra llena de energía, pasión y adrenalina. De creatividad y de lucidez. Pero sobre todo, de grandes, colosales, enormes canciones de rock y de pop. Unos años después, la banda se descompuso y Sting inició una carrera en solitario bastante irregular, llena de altibajos y piruetas no siempre bien comprenddidas, que llega hoy a este estucado veneciano llamado "Symphonicity".

Así que te recomiendo que te agencies Outlando's d'Amour, regreses a 1978 y déjate llevar. Seguro que luego no querrás regresar al presente.

jueves, 3 de junio de 2010

LOS INROCKUPTIBLES V: LA MARCA DE LA LUNA


Television es una de esas bandas de escasa discografía pero de una influencia que va mucho más allá de sus tres discos oficiales publicados. La historia de la banda es el relato de una visión, de una época en que se abrían múltiples caminos en el mundo de la música rock. Y sobre todo abrió una nueva puerta para todo aquel interesado en la música basada en la guitarra eléctrica, pieza clave alrededor de la cual gira toda la música del grupo. Formada a mediados de los años setenta, la banda está liderada por Tom Verlaine, cantante, guitarrista, poeta y articulista que había colaborado con el grupo de Patti Smith. En poco tiempo se convierten en uno de los grupos más destacados de la escena rock de Nueva York. Verlaine quiere convertir a Television en la banda abanderada de la vuelta a lo básico, a la simplicidad del rock primigenio, aunque sin renunciar a la calidad, tanto en la música como en las letras de sus canciones.

En 1977 firman con el sello Elektra y comienzan a grabar su álbum de debut: Marquee Moon. E inmediatamente, ese disco se convierte en leyenda. El álbum contiene una de las visiones más originales y transgresoras de la música rock que jamás se hayan grabado. Y el hecho de que 33 años después de su publicación siga siendo una “delicatessen” para unos pocos es un misterio que probablemente nunca se pueda ya resolver. Y sin embargo, desde el riff inicial del primer tema, See No Evil, es evidente que nos encontramos ante uno de esos discos que marcan una época y que fundan un nuevo linaje sonoro. Marquee Moon abrió un nuevo capítulo en el gran libro de la música hecha con guitarras, un capítulo basado en la belleza, la valentía y el riesgo. Un trabajo ciclópeo, circular y misterioso, pero de una belleza descomunal, una extraña pero definitiva simbiosis entre la lírica y la electricidad.

Los solos de guitarra de todo el disco, interpretados por Tom Verlaine y por el otro guitarrista de la banda, Richard Lloyd, aparecen listados en la portada del disco. Este dato habla de la importancia que Television otorgaba a esos solos. Lejos del exhibicionismo gratuito, los solos de guitarra de Marquee Moon son parte constituyente de las canciones, e incluso en buena medida el alma de las mismas. Verlaine, gran amante del jazz y de las guitarras hipnóticas de grupos como Velvet Underground, los dota de vida propia y los convierte en un medio más que un fin. Esa personal manera de encarar los juegos entre guitarras es fácilmente comprobable en todo el disco. Desde la violenta y recia Friction a la circular See No Evil. Desde la tensa Prove It a las más delicadas Guiding Light o Venus. Y, sobre todo, esos diálogos entre las dos guitarras brillan de manera fulgurante en las dos principales piezas de este trabajo: la temblorosa y etérea Torn Curtain, con su espiral de melancolía y sonidos enigmáticos, y la canción que da nombre al disco, Marquee Moon, casi diez minutos de transgresión y audacia en forma de impredecible tañido poético.

Lo bueno de una obra como Marquee Moon, además, es que es imposible adscribirla a este o a aquel género. No era punk rock, ni tampoco rock progresivo. Algunos críticos la calificaron como rock urbano de vanguardia. Pero cualquier calificativo se quedaría corto y romo. En todo caso, estamos delante de un disco muy, muy grande, de esos que jalonan la historia de la música rock como gemas engarzadas en una brillante diadema. Television publicaron en 1978 un segundo álbum, Adventure, antes de desaparecer para dar paso a una brillante carrera en solitario de Tom Verlaine. Desde entonces se han juntado un par de veces para realizar alguna que otra gira. No tuvieron éxito comercial y por ello su obra es tan exigua. Pero todavía sigues teniendo la oportunidad de preguntarte sobre la injusticia cuando escuches Marquee Moon y compruebes cuán grande fue este disco.

viernes, 28 de mayo de 2010

TROVADORES EN LA VÍA DEL TREN


Leo en la web de Indyrock que el gran B. B. King actuará el próximo 2 de junio en el Teatro Circo Price de Madrid con motivo de la celebración del cumpleaños (92 del ala) de Nelson Mandela. Bueno, King no es ningún niño precisamente (tiene 85 años, pues nació en Missisipi en 1925), y menos aún el blues, el género que, a finales del siglo XIX y a principios del XX, y dirigido exclusivamente en sus inicios a un publico negro, queda codificado bajo las premisas que muchos ya conocen; es decir, estructuras de doce compases (o de otros múltiples de cuatro), armonías simples, melodías principalmente pentatónicas, y letras desgranadas en tres versos.

La mayor parte de los primeros músicos de blues (W.C. Handy, Leroy Carr, Charley Patton, Blind Lemon Jefferson, Bukka White o Mississippi John Hurt) fueron prácticamente trovadores modernos que engarzan en sus repertorios piezas de folk y country, canciones tradicionales, himnos religiosos y blues primitivos. Pero la principal revolución en el mundo del blues (después de la ajetreada y legendaria vida del maestro Robert Johnson en los años 30) provendrá de la electrificación de la guitarra en los años cuarenta, instrumento emblemático del género. En este sentido, puede afirmarse que el principal valedor de la guitarra eléctrica en el universo del blues fue el tejano T-Bone Walker, pionero en la adaptación del blues al formato de grupo reducido, y predecesor como guitarrista eléctrico.

Sin embargo, hasta ese momento el blues continuó siendo una música marginal, apenas apta para los restringidos circuitos de música, que la consumen en lugares propios y merced a sellos discográficos especializados en ofrecer blues, gospel o jazz al público negro. La transformación esencial en la historia del blues tendrá lugar en varias ciudades (Nueva York, Los Angeles, Houston, Memphis), pero su epicentro se sitúa sin lugar a dudas en Chicago, la Ciudad del Viento, una gran conurbación industrial que acoge en los años 40 una gran parte de la emigración negra procedente del sur y que, merced a la intervención providencial de sellos discográficos como Chess o Mercury, produjo la eclosión del r&b de la mano de algunos de los bluesman más conocidos y legendarios de la historia. Quizá el mas místico y representativo de todos aquellos músicos de nuevo cuño sea Muddy Waters. Pero no estaba solo Muddy Waters para acercar la llama del r&b al mundo. En tan magna empresa le acompañan monstruos como John Lee Hooker, y otra de las figuras decisivas y mas admiradas del r&b producido en Chicago en los años 50: Howlin'Wolf (1910-1976), un hijo de plantadores de algodón que puede ser considerado tranquilamente como uno de los mejores cantantes de blues de todos los tiempos.

Los grandes héroes del r&b como Waters, Wolf o Hooker entran en la década de los 60 con todo su potencial y carisma intactos. No obstante, el nuevo decenio asistirá a la eclosión de nuevas leyendas, varias de las cuales todavía continúan dando guerra y son la actual referencia clásica del género. El mas emblemático de todos ellos es sin duda B. B. King, cuyo nombre real es Riley B. King. El orondo B. B. es un artista con un peso, corporal y artístico, incalculable en el universo del blues, y posiblemente sea el mejor guitarrista que ha ofrecido el género en toda su dilatada historia. Sus primeras grabaciones se remontan a la década de los 50, pero es en los 60's cuando consigue alcanzar un estatus que se ha hecho inamovible. Su voz recia y dúctil y, por encima de todo, un estilo endemoniado de tocar su famosa guitarra "Lucille", heredado de antiguos estilistas como T-Bone Walker o Lonnie Johnson, y que se conformará como los textos sagrados de la guitarra blues para los grupos británicos adoradores del r&b y para las siguientes generaciones de bluesmen negros, son las principales aportaciones de B.B. King a la evolución continuada del blues hasta nuestros días. Unos días (lustros, más bien) en los que el blues evidentemente ha dejado de ser un género con un peso específico importante, pero que sigue reteniendo en sus notas todo el sabor primitivo de la música compuesta e interpretada con el alma y las vísceras. Si eres de los que tienen curiosidad por descubrir a los abuelos de los Rolling Stones, Led Zeppelin y Eric Clapton, o a los bisabuelos de The White Stripes o Velvet Revolver, no lo dudes: descubre el blues y viajarás en el tiempo a un pasado en que todo estaba por hacer y por cantar.

viernes, 21 de mayo de 2010

PLACERES DESCONOCIDOS


En la mañana del 18 de mayo de 1980 (hace ahora 30 años), Ian Curtis, cantante de Joy Division, pone el disco The Idiot, de Iggy Pop en reproductor de su casa. Luego escribe una breve nota a su esposa y acto seguido se ahorca en la cocina de su casa. Nadie pudo entender sus motivaciones, el por qué de ese triste final en los albores del estrellato de Joy Division. Lo que sí puede decirse es que Curtis lo dio todo por la banda. Incluida su propia vida. Joy Division aparecieron en un momento clave de la historia del rock. De ser visto como una moda pasajera en sus primeros años, y como una corriente artística después, con el advenimiento del punk había quedado claro que podía ser una cosa seria. Los mensajes apocalípticos del punk fueron interiorizados por Ian Curtis y los suyos, y convertidos en temibles mensajes de desesperanza, odio y confusión.

Nacidos en Manchester, Joy Division se inspiraron directamente en grupos como los Sex Pistols, aunque rápidamente se vio que su música superaba todo intento de etiquetado. Hiperbólica, implícita y de contornos distorsionados, era música casi sin pasado, con apenas referencias previas. Mezclando siempre realidad y ficción junto con visiones apocalípticas y una estética oscura, Joy Division no se parecían en nada a ninguna otra banda, ni del pasado ni de su presente. El álbum de debut del grupo fue Unknown Pleasures, publicado en 1979. Aunque accesible y lleno de canciones relativamente fáciles de recordar, supuraba urgencia, tristeza y oscuridad por los cuatro costados. Unknown Pleasures no contenía ni un átomo de inocencia juvenil, ni de canto a la diversión. Ignoraba los sentimientos positivos para centrarse en la desesperación, la monotonía, el horror de unas vidas vacías y carentes de esperanzas. Con este disco, el rock llegó a su definitiva e hiriente mayoría de edad.

La imagen de la portada de Unknown Pleasures mostraba la transcripción de la señal de una estrella agonizante. En el interior de la carpeta, una producción cruda y cortante enmarca ritmos monolíticos, guitarras abrasivas y lamentos dolidos. El frenesí, la alucinación, el caos y la angustia vital brotan de cada surco de un álbum que estilísticamente fundía rock y punk, pero que en realidad inventaba un nuevo género: el rock enfermizo, obsesivo, tenso y melancólico. Un sonido insólito y abrumador. El sonido del horror absoluto. Ese horror, no obstante, no abrasa inmediatamente. Crece lentamente a lo largo del disco, que comienza inquietante y misterioso con el tema Disorder, pero que muy pronto adquiere una consistencia enfermiza y frenética de la mano de canciones como Day Of The Lords, Shadowlands o Interzone, pasando por la siniestra e incómoda I Remember Nothing y esa maravilla trágica que es She’s Lost Control. Desde su debut, desde su primer artefacto discográfico, Joy Division ya proclamaban a las claras su singularidad absoluta.

Una singularidad que en buena parte recae en las atmósferas recreadas en el disco. Ruidos de pistolas, cristales rotos, zumbidos, chirridos, ambientes opresivos, urgencia… Urbanos e industriales, Joy Division recrean en Unknown Pleasures toda la paranoia mental (Ian Curtis era epiléptico y maníaco depresivo) de que eran capaces. Sin un segundo de tregua. Sin segundas oportunidades. Un golpe bajo y seco en forma de disco que claramente marcó un antes y un después en la historia de la música rock.

Una historia que ya hemos avanzado al principio. Tras un segundo álbum llamado Closer, Curtis puso fin a su vida, y por extensión, a Joy Division. Los supervivientes se reagruparon bajo el nombre de New Order, y el legado musical de Unknown Pleasures se ramificó en multitud de direcciones durante las dos décadas siguientes. Pero siempre nos quedará en el recuerdo esta epopeya de oscuridad y desesperación. Lo fundamental, no obstante, sigue siendo su música. Alucinada, transgresora. En definitiva, magnífica.

martes, 11 de mayo de 2010

LOS INROCKUPTIBLES IV: TIERRA DE CABALLOS


Patti Smith causó una verdadera conmoción cuando se publicó Horses, su primer álbum. Su explosiva mezcla de rock, poesía y capacidad visionaria, amén de su condición femenina, hizo que rápidamente se le colocara una etiqueta que todavía hoy en día arrastra: la de musa del punk. No obstante, la trayectoria artística de Patti Smith es cualquier cosa menos ortodoxa. Antes de publicar Horses con 29 años ya cumplidos, Patti Smith había sido actriz de teatro, escribía poesía y artículos musicales en varias revistas, y se proclamaba fan irredenta de la música de Bob Dylan, The Rolling Stones, The Velvet Underground y The Doors. En cuanto a sus preferencias poéticas, Rimbaud y Baudelaire ocupaban un lugar destacado.

Durante la primera mitad de los setenta, ya trasladada a Nueva York, Patti Smith ofrece numerosos recitales poéticos: homenajes a sus poetas favoritos y versos propios nacidos de un desgarro interior que, no obstante, siempre tenía el arte como coartada creativa. Su amor por la música rock hace que finalmente decida formar un grupo para trasladar sus visiones literarias a un formato musical capaz de trascender el limitado circuito en el que hasta entonces se movía. Patti se rodeó de un grupo de fieles acólitos que fue bautizado como The Patti Smith Group, en el cual destacaban los guitarristas Lenny Kaye e Ivan kral. Para la grabación de Horses, publicado en 1975, también contó con la inestimable ayuda de la producción de John Cale y las aportaciones instrumentales de Tom Verlaine y Allen Lanier.

Horses es un disco visceral, casi hormonal, una auténtica montaña rusa de sensaciones extremas, un trabajo que formalmente abarca desde el rock desbocado y eléctrico hasta el intimismo doliente. Temáticamente, el álbum está repleto de declaraciones de intenciones, narraciones en carne viva, poesía eléctrica libre de ataduras e imágenes sacadas de las más oscuras pesadillas de su autora. Contundencia y lirismo se dan la mano en una obra diferente a todo lo que se hacía por aquel entonces. Temas como Gloria, Redondo Beach o Free Money son formalmente lo más cercano al rock, aunque sus letras hablen de virilidad andrógina o del suicidio cometido por un amor lésbico no correspondido. A su vez, las canciones más heterodoxas son también, a la larga, las más impactantes; Birdland es una extensa elegía que narra el funeral del psicoanalista austriaco Wilhelm Reich, mientras que Land es una torturada visión plagada de alucinaciones, sangre y sexo.

Otro valor añadido del disco es que era una gloriosa y desinhibida intromisión en un mundo dominado por los hombres. Patti Smith introdujo en el universo del rock asuntos como la menstruación, los arrebatos místicos o los complejos de inferioridad que muchas mujeres suelen padecer en un mundo creado por y para hombres. En definitiva, reinventaba un lenguaje añadiendo ítems y entradas que nunca antes habían estado expuestas a la luz pública con tanta crudeza y sinceridad. Tras el éxito cosechado por Horses, Patti Smith continuó su carrera hasta su retirada de la vida pública tras su matrimonio con el también músico Fred Smith. La muerte de éste último hizo que volviera a grabar y actuar, aunque no es probable que pueda superar el impacto de su primer álbum, probablemente la más sublime obra maestra de la fusión de rock urbano y poesía maldita de la historia. Ella consiguió hacer de algo sucio, feo y perverso toda una obra de arte de extrema y cruel hermosura. Como muestra, un botón; un fragmento de su hiriente y lírica poesía musicada, una hermosa víscera procedente de una de sus más altas cotas creativas, Birdland:

Su padre murió y le dejó una pequeña granja en Nueva Inglaterra.
Los oscuros coches fúnebres abandonaron el cementerio
Y el chico se quedó allí, solo, mirando el brillante tractor rojo.
Él puso su cabeza en el hueco de su brazo y comenzó a conducir,
A conducir hasta el vientre de un barco,
Y el barco comenzó a deslizarse, y él viajaba en su interior.
Y vio a su padre tras la mesa de control, derramando cuentas de luz,
Vio a su padre tras la mesa de control, y fue muy diferente esa noche
Porque él ya no era humano.
Y entonces el rostro del chico brilló con desnuda alegría
Y el sol ardió alrededor de sus párpados y sus ojos fueron como dos soles.
Párpados blancos, ópalos blancos, viéndolo todo un poco más claro.
Él miró alrededor y ya no había ningún barco negro a la vista
Ni oscuros coches fúnebres, nada excepto una oscuridad de azabache.
Y se arrodilló, miró hacia el cielo y gritó
“No, papá, no me dejes aquí solo,
Llévame contigo, papá, hasta el vientre de tu barco,
Ir en su interior mientras se desliza,
A donde no eres humano, no eres humano”

viernes, 30 de abril de 2010

UN NUEVO (VIEJO) COMPINCHE


Hoy, 30 de abril, y tras dos años de silencio, Iggy Pop and The Stooges ofrecerá un concierto único en la Sala La Riviera de Madrid con un aforo muy limitado. El concierto se produce algo más de un año después de la muerte de su legendario guitarrista, Ron Asheton, en enero de 2009. La nueva versión de The Stooges cuenta con la (re) incorporación del que fuera guitarrista del grupo desde 1971 hasta 1974 (la época de Raw Power), James Williamson, que también acompañó a Iggy Pop en algunos álbumes en solitario como Kill City o New Values. Por otra parte, esta misma semana, Iggy & The Stooges han pasado a engrosar las filas del Rock & Roll Hall Of Fame de Nueva York, y también se oyen rumores sobre la posibilidad de un nuevo disco de estudio.

Un buen momento para rememorar el segundo álbum de la banda, Funhouse (1970), proclamado uno de los mejores discos de rock de todos los tiempos. Una obra no excesivamente conocida por el gran público, pero de esas que crean verdadera adicción, una joya que la crítica especializada y el paso de los años han elevado a la categoría de legendaria. Si reuniéramos a 50 críticos musicales de todo el mundo, y se les propusiese hacer una lista con los diez discos más importantes de la historia del rock, buena parte de ellos incluiría Funhouse, el disco más venenoso, furibundo y violento publicado por The Stooges.

Tan sólo siete canciones configuran el disco. Y la mayoría de ellas todavía siguen siendo piezas fundamentales de cualquier concierto actual de Iggy Pop y su banda. Down On The Street, Loose, TV Eye o Dirt suenan hoy en día tan malsanas y desafiantes como en 1970. Y otras piezas del disco, como la delirante y cacofónica L.A. Blues o la pieza que da nombre al álbum, siguen siendo un auténtico torbellino de sensaciones extremas, en ocasiones formalmente cercanas al free-jazz bajo el tratamiento de un rock visceral y desatado. Sin embargo, las ventas no acompañaron al disco. Ni la discográfica ni nadie sabía muy bien qué hacer con aquel artefacto incendiario en forma de música rock que hoy (bueno, hace ya muchos años) es parte de la historia.

¿Qué no lo has oído nunca? Pero, bueno, ¿en qué mundo vives? Nada, agénciatelo, ponte el cinturón de seguridad y prepárate a disfrutar de un viaje alucinante al rock más extremo, furibundo, radical y provocativo que jamás se haya grabado. Te auguro una verdadera experiencia que tardarás en olvidar.

lunes, 26 de abril de 2010

LOS INROCKUPTIBLES III: PIVOTANDO SOBRE EL DOLOR


Bauhaus es la banda fundadora del género que fue denominado como rock gótico o siniestro. El grupo, surgido de la evolución del punk tardío, supo desarrollar un sonido único y tremendamente personal, basado en el minimalismo, lo oscuro, lo tétrico, lo sobrenatural y lo grotesco. Todo ello mezclado con una estética oscura y depresiva que les hizo inconfundibles. La historia de Bauhaus es sorprendentemente breve para la influencia que ejercieron, y que hoy todavía perdura. Formados en 1978 y separados en 1983, la actividad generada por la banda y el peso de su influencia les convirtieron en un grupo que gozó, y todavía goza, de un culto impresionante. Su música, basada en un sonido sombrío y obsesivo, transmitía la misma sensación que un tren fantasma que circula sin conductor y cuyo pasaje está compuesto por vampiros y muertos vivientes.

Compuesta por el cantante Peter Murphy, el guitarrista Daniel Ash, el bajista David Jay y el batería Kevin Haskins, la banda dió lugar al rock gótico, género que crearon de la nada a base de interiorizar influencias como el glam rock, el punk, las referencias literarias y los clásicos del cine de terror en blanco y negro. El resultado fueron unas canciones que crecían en espirales hipnóticas entre húmedos bloques de piedra de una catedral gótica. Bauhaus siempre gustaron de bailar en habitaciones oscuras. Sorprendentes, epatantes y espectaculares, Bauhaus operaban con una exquisita mezcla de orgullo, depresión, luminosidad hiriente e impresionismo sonoro. Sus primeros discos eran auténticas ceremonias de aquelarres celebrados entre sombras, una turbadora vorágine de opresión casi mística que atrapaba y envolvía al oyente entre salmos lóbregos y visiones de pesadilla.

The Sky’s Gone Out fue su tercer álbum en estudio, y el que cosechó un mayor éxito comercial de toda su carrera, llegando a la cuarta posición en los charts británicos. Publicado en 1982, muestra a la banda en todo su esplendor místico y creativo y gozando de una madurez compositiva e interpretativa traducida en inteligente evolución. A su habitual estiló gótico y oscuro incorporan nuevas propuestas sonoras basadas en el tratamiento electrónico de los instrumentos, que les lleva a producir atmósferas más densas incluso que en anteriores trabajos. Desde el inicio del disco, con una demoledora versión del tema de Brian Eno Third Uncle, hasta la triste y depresiva despedida con el tema final, Exquisite Corpse, todo el álbum es un atormentado paseo por los abismos del alma humana, un fascinante recorrido por la locura, la enfermedad y la muerte, un apasionante viaje musical que refleja perfectamente la atormentada visión del rock que Bauhaus poseía.

Canciones como la inquietante Silent Hedges, con sus retorcidas visiones sobre el descenso a los infiernos, o All We Ever Wanted Was Everything, llena de desolación y pesimismo, nos traen a unos Bauhaus más reposados y cerebrales que de costumbre, aunque igualmente turbadores. Por su parte, piezas como In The Night o Swing The Heartache nos traen a los clásicos Bauhaus de ambientes opresivos y sonidos escapados de una película de terror de los años treinta. Aunque las dos joyas indiscutibles del álbum son The Three Shadows, composición dividida en tres partes en la que el grupo realiza toda una demostración de habilidad para retratar la desesperación. La otra canción clave es Spirit, uno de sus mayores éxitos en formato single, una curiosa declaración de amor y reverencia hacia sus fans, siempre entregados de brazos abiertos a las fantasmagóricas liturgias que representaban sus conciertos.

Un año después de publicarse The Sky’s Gone Out, la banda se separaba por diferencias entre Peter Murphy y el resto del grupo. La típica batalla de egos de toda la vida en el mundo del rock. Casi treinta años después, su leyenda se mantenía fuerte y viva. Escuchando The Sky's Gone Out podrás comprobar el alcance de esa leyenda. Si te consideras preparado para comprobar cuánto calor hace en el infierno, este es el momento. Los señores oscuros te esperan con los brazos abiertos.

jueves, 22 de abril de 2010

DESPOJADO DE MI ALMA


Se anuncia a los cuatro vientos la reedición de Exile On Main Street, para muchos la joya de la corona de la extensísima discografía de The Rolling Stones, prevista para mediados de mayo. Reedición (en varios formatos, incluido alguno de verdadero lujo) cuya fase previa contempla la publicación de un single con un tema inédito (Plundered my soul), canción grabada en las mismas sesiones (1971) en las que se fraguó el mítico disco stoniano.

Cada vez que los Rolling Stones publican (o publicaban) un nuevo disco, los críticos de todo el planeta establecen siempre la misma comparación. El disco en cuestión es ensalzado o puesto en solfa en virtud de la distancia que le separa de Exile On Main Street. Treinta y ocho años después de su publicación, el único disco doble publicado por los Stones en toda su trayectoria continúa siendo el termómetro mediante el cual se mide el resto de su producción discográfica. Y eso que la banda venía de haber publicado en los últimos años obras maestras del calibre de Beggars Banquet, Let It Bleed o Sticky Fingers. Y hay que tener en cuenta también que quizá sea uno de los álbums menos conocidos del grupo, en el que escasean los temas comerciales y populares. Y sin embargo, como hemos dicho, es la referencia para averiguar si un disco de los Stones es más o menos interesante. ¿A qué se debe la leyenda y la importancia atribuida a Exile On Main Street?

Lo del exilio viene de que los Rolling Stones se trasladaron a Francia por cuestiones legales (el fisco perseguía a los pobres), y alquilaron una mansión en la Riviera francesa. Allí, rodeados de un ambiente decadente y caótico, con amigos que entraban y salían continuamente entre fiesta y fiesta, medio peleados entre ellos y colocados la mayor parte del tiempo, graban su obra más influyente y decisiva. ¿Por qué Exile On Main Street es la obra definitiva y capital que es? Pues porque es una jubilosa y contagiosa amalgama de rock, blues, country y godspell, producida con parquedad y sequedad, y en el cual las canciones, más que compuestas, son improvisadas prácticamente en directo por el grupo. Los sonidos tradicionales del rock y el blues americano, la versatilidad de tempos y temáticas, y el increíble estado de forma de la banda son las piezas clave de un disco que es sin duda una de las cimas más altas de toda la historia del rock.

El nervio, la libertad, la bendita suciedad que respira todo el álbum y la chulería y descaro con que se suceden las piezas imprescindibles, hacen de Exile On Main Street toda una clase magistral de qué es y cómo debe sonar el rock’n’roll. Sin temas clásicos instantáneos, con un sonido fundamentado en un marasmo de guitarras chirriantes y voces desgarradas, y con las tomas realizadas en una unidad móvil instalada en el jardín de la mansión, The Rolling Stones vuelven a convertirse, quizá por última pero definitiva vez, en la mejor banda de rock’n’roll del mundo.

Dice una frase conocida que en el caos no hay error. En el maravilloso caos de Exile On Main Street lo que hay son algunas de las mejores canciones que grupo alguno haya grabado jamás. Desde la turbulencia y la inmediatez de piezas como Rocks Off, Rip This Joint o All Down The Line, hasta la belleza cruda y descarnada de baladas magistrales como Let It Loose o Shine A Light, pasando por los temas más conocidos del disco, Tumbling Dice, Happy o Sweet Virginia, la escucha del álbum es toda una aventura mágica y casi iniciática que ayuda al oyente a redescubrir y disfrutar de la música que le fascinó en su adolescencia y que en muchos casos, dio sentido a más de una vida.

Rotundo, pletórico, físico en su portentosa emocionalidad, capaz de elevar mente y espíritu a la vez, Exile On Main Street sigue siendo hoy en día un monumento erigido a la mayor gloria del rock’n’roll. Pocas veces el rock ha sabido transmitir con tanto acierto tantas dosis de emoción como en este disco impagable e imprescindible. Y pocas veces también una colección de canciones ha comunicado algo innegable: que el rock no es sólo música. También es una forma de vida, un estado de ánimo, una disposición a abrazar la vida para no dejarla escapar.

Uno puede tener unos cuantos discos de cabecera que le acompañan fielmente con los años. Nunca te defraudan y siempre te aportan algo nuevo. Te redimen, te acarician, te miman, e incluso te riñen por tu bien. Como una madre recta y benévola o un amigo de toda la vida. Y en ese selecto grupo de discos que pueden conseguir hacer todo esto y más, no dudes ni por un momento que Exile On Main Street ocupa uno de los más destacados lugares.

viernes, 16 de abril de 2010

LA GRAN ESTAFA DEL ROCK’N’ROLL


Hace unos diez días falleció víctima de un cáncer de pulmón a los 64 años de edad Malcolm McLaren, uno de los personajes más curiosos, intrigantes y carismáticos que haya pululado nunca por las verdes praderas del rock’n’roll. Diseñador de moda arriesgado e innovador, pretendido filósofo influenciado por los situacionistas franceses, fue siempre un rebelde provocador que llevó al extremo la idea de alborotar era rentable.

Comenzó su curioso periplo abriendo una tienda de moda en Londres bautizada como Let It Rock, junto a su por entonces socia Vivienne Westwood, pero muy pronto decidió que eso de la ropa era poco para él y se hizo manager musical. Su primer grupo fue nada menos que los New York Dolls, un combo de rock sucio y salvaje a caballo entre los Rolling Stones y los Stooges de Iggy Pop, allá por 1975. Los Dolls (cuya formación albergó a músicos como David JoHansen o Johnny Thunders) comenzaron su breve carrera disfrazados de prostitutas travestizadas, y al bueno de Malcolm, que quería ir siempre un paso más allá, no se le ocurrió otra forma de promocionarlos que vestirlos por entero de cuero rojo y hacerles actuar con una bandera comunista a su espalda por todo Estados Unidos.

El resultado de dicha estrategia fue la rápida disolución del grupo y la vuelta de MacLaren a su oficio inicial; abrió una nueva tienda de ropa en Londres llamada Sex y esperó, dedicado a lamerse las heridas de su desmedido ego mientras tanto. No mucho después, Malcolm se fijó en un grupo de jóvenes airados que solía merodear cerca de la tienda. Y ese día tuvo una idea, La Idea. En pocas semanas, la pandilla de desempleados harapientos se convirtió en el germen de los Sex Pistols, el grupo más irreverente y odiado de la historia del rock.

El resto de la historia es más o menos conocido. Los Pistols publicaron unos cuantos singles incendiarios (Anarchy In The UK, God Save The Queen, Pretty Vacant), y un único álbum (Never Mind The Bollocks), y en apenas un año fueron Atila, los Hunos y Gengis Khan, todo junto y revuelto, siendo prohibidos a diestro y siniestro en radios y televisiones y convirtiéndose en el grupo más popular del planeta con apenas un puñado de canciones y cuatro nociones musicales básicas. Sí, Malcolm McLaren fue de hecho el inventor del punk, por si alguien no lo sabía todavía.

Pero la banda se cansó rápidamente de él y sus manipulaciones (retratadas en la película The Great Rock’n’roll Swindle) y se descompuso en 1978. McLaren lo volvió a intentar con Bow Wow Wow, y posteriormente con el hip hop, los ritmos étnicos y la World music antes de dedicar sus esfuerzos (baldíos) al cine y la televisión. Pero no tuvo suerte, y su paso por la vida será únicamente recordado por sus extravagancias de los años 70 y por ser capaz (ahí es nada) de tomarle el pelo a toda una generación mundial que creyó que aquellos cuatro jóvenes con el pelo de punta podrían poner en jaque al sistema. Gran broma.

jueves, 25 de marzo de 2010

LOS INROCKUPTIBLES II: FUNERAL EN BERLÍN


Este es el disco de la soledad y la autodestrucción. Son palabras muy fuertes para un disco de rock, pero es que Berlin es mucho más que un simple disco de rock. No en vano es la obra cumbre de Lou Reed como artista en solitario tras su memorable e imprescindible liderazgo en la banda neoyorquina The Velvet Underground.

Tras su salida del mítico combo apadrinado por Andy Warhol, Lou Reed se fue una temporada a Inglaterra. Allí publicó un primer disco intrascendente y poco después editó Transformer, una de sus obras más conocidas por el gran público, un disco prácticamente hecho a medias con David Bowie, que lo produjo y colaboró añadiendo voces y diversos instrumentos. Transformer tuvo un éxito inesperado que ayudó a que RCA, el sello discográfico de Lou Reed, decidiera apoyar su siguiente álbum sin escatimar medio alguno, creyendo que apostaba sobre seguro, que el cantantor neoyorquino facturaría una segunda parte de Transformer a la que sacar todavía más rendimiento comercial. Pero RCA se equivocaba. Berlin es un disco desolado, poco comercial, una obra que retrata la caída en el abismo de la autodestrucción mutua de su pareja de protagonistas.

Protagonistas, sí, pues Berlin es un disco conceptual en el que sus personajes malviven, sufren y terminan por autoinmolarse, conscientes de que ni su relación ni sus vidas tienen futuro alguno.
Caroline es la protagonista femenina, una prostituta adicta a la heroína que tiene dos hijos de una relación anterior. Jim, el personaje masculino, es un buscavidas que ejerce de narrador de la tragedia que, tema a tema, canción a canción, se va desencadenando a su alrededor.

¿Por qué Berlín, la ciudad dividida por un muro? Berlín como sinónimo de incomprensión, de tensión, de vidas que no están ni juntas ni separadas, que discurren sin rumbo entre sobresaltos, entre una montaña rusa de emociones en colisión que Lou Reed retrata como nadie más puede hacerlo: como el narrador omnisciente de un drama que poco a poco, lentamente, se va acercando hacia su aciago aunque previsible final.

El inicio del álbum, con un estremecedor Berlin que da título al disco, anuncia ya lo que se avecina. Decadencia, recuerdos borrosos, tiempos pasados que siempre fueron mejores... Cada canción es un episodio de la caída de ambos personajes. La crueldad de ella en Caroline Says, el papanatismo de él en Oh Jim, la tremenda The Kids, en la que a ella se le retira la custodia de sus hijos, la trágica y definitiva The Bed, o el apoteósico final con Sad Song, en que Jim se parapeta en una desesperada misoginia con tal de sobrevivir a la pérdida, son algunos de los muchos momentos en que Lou Reed retrata como nadie los insondables abismos del alma humana.

Por otra parte, la producción del álbum, a cargo de Bob Ezrin, orquesta este viaje a los infiernos con una elegancia y una sofisticación extremas. El elenco de músicos es también de postín: Steve Hunter, Dick Wagner o Aynsley Dunbar aportan su grano de arena para redondear una obra única en la historia de la música rock. Tanto que cuando un músico o grupo aborda un trabajo de similares características, se dice que ha publicado “su” Berlin.

Aunque Berlin sólo hay uno. Rechazad imitaciones; éste es el auténtico, el original, el disco que como ningún otro demostró que el rock también es un género musical para adultos, y que acepta tratar cualquier tema, por muy arduo, escabroso o deprimente que resulte.
Los primeros versos del disco dicen así:

En Berlín, cerca del muro,
todo era muy agradable;
cariño, era el paraíso.

Adelante, si te atreves.

martes, 23 de marzo de 2010

CUENTOS DEL CIELO DEL ROCK AND ROLL (XVII)


Después de 9 años sin subirse a un escenario, Elvis regresa a los escenarios tras el espectacular éxito de su especial televisivo navideño de 1968. El evento se produce en el Hotel Internacional de Las Vegas, el 31 de Julio de 1969, y su compañía discográfica aprovecha para realizar una serie de grabaciones durante el mes de Agosto. Esta serie de conciertos muestra la esencia de las mejores actuaciones en directo del Rey, en Las Vegas, en ese mágico 1969. Muestran la fuerza de Elvis Presley ante el público, y mezcla perfectamente temas clásicos, como Blue Suede Shoes, All Shook Up o Hound Dog, y otros nuevos, como In The Ghetto y Suspicious Minds. En definitiva, si no has escuchado alguno de estos conciertos (por ejemplo, el recogido en Elvis In Person o Elvis At The International), no sabes todavía quién es Elvis Presley. Live At The International , por ejemplo, te cautivará, te hará vibrar, saltar, bailar, y también emocionarte. Es, sencillamente, ELVIS en su mejor momento.

Elvis, en un estupendo estado de forma física y mental, se coloca de nuevo en la cima de la pirámide de la música rock. De nuevo es el superpredador de los escenarios que conmocionó el planeta quince años antes. Con sus patillas anchas, sus extravagantes trajes, sus patadas de karate, sus besos a las señoritas de primera fila... Puro y auténtico espectáculo.

Durante ocho años (de 1969 a 1977), Elvis decoró de glamour y rock and roll los casinos de Las Vegas y así logró revitalizar y reinventar su carrera. La estancia en Las Vegas hizo crecer el mito de Elvis Presley y su personaje. Su imagen en esta época es la más reconocible y se ha convertido en un icono de la cultura popular del siglo XX y también del XXI, explotado por miles de imitadores. Pero nunca hay que olvidar que, trajes y desenfreno al margen, Elvis escribió en esos años un gran, único y memorable capítulo en la historia del rock. Uno más.

miércoles, 17 de marzo de 2010

PLACERES CONFESABLES


Hay placeres ocultos y placeres públicos, confesables. Digo esto a raíz de la noticia (sorpresa) de la inesperada reunión del trío superviviente de la formación original de Roxy Music, la legendaria banda liderada por Bryan Ferry, y cuyo acto principal será el concierto que ofrecerán en Barcelona en el marco del festival Sónar el 19 de junio. Una noticia para celebrar, pues hace exactamente 28 años de la última actuación del grupo en tierras ibéricas. Y una noticia que, cómo no, me lleva (a mí, fan confeso e irreductible de la banda) a bucear en su fascinante pasado.

La aparición de Roxy Music en el panorama de la música rock de principio de los años setenta supuso una auténtica bocanada de aire fresco. En plena eclosión del glam-rock y del rock sinfónico, la banda liderada por Bryan Ferry debutó en 1972 con un primer álbum llamado simplemente Roxy Music. Sin embargo, su música no tenía (nunca lo tuvo) nada de simple, y mucho menos de vulgar. El cantante y compositor Bryan Ferry, el guitarrista Phil Manzanera, el saxofonista Andy McKay, el teclista Brian Eno y el batería Paul Thompson revolucionaron el rock de aquellos años. ¿Su secreto? Un profundo conocimiento del rock clásico de los años cincuenta, una inconfundible pátina de sofisticada banda europea, y un tratamiento innovador y futurista del sonido de los instrumentos.

El éxito del grupo fue fulgurante, y tras la buena acogida de su primer álbum y de singles como Virginia Plain o Pyjamarama, la banda se encierra en el estudio y a principios de 1973 publica su segundo álbum, For Your Pleasure, donde todas las premisas, todos los ingredientes contenidos en su primera obra, se vieron en este segundo disco corregidos y aumentados, gracias a una poderosa base rítmica y a los riffs de saxofón de Andy McKay, uno de los mejores saxofonistas de la historia del rock. Pero a esta base se añade la sofisticación, la elegancia, la imaginación, el gusto por los detalles y una ambientación cercana al lujo y la decadencia, todo ello proporcionado por las composiciones, las letras y la voz de Bryan Ferry. La guinda del apetitoso pastel la proporciona el sonido futurista, ciertas dosis de experimentación y una ambientación electrónica, fruto del genio del teclista Brian Eno, uno de los personajes que en el futuro resultará decisivo en la evolución del rock en los años setenta y ochenta. Desgraciadamente, la lucha de egos entre Ferry y Eno terminó con la marcha de este último, sustituido por Eddie Jobson a partir de su tercer álbum, Stranded.

Sus siguientes discos (el propio Stranded, Country Life, Siren) continuaron siendo, no obstante, espléndidos contenedores de grandes canciones. Temas briosos y pegadizos plagados de batallas sonoras entre los diferentes instrumentos solistas, composiciones elegantes y emotivas, canciones inclasificables de alto contenido emocional, y pequeños experimentos sonoros. Todo ello ejecutado por una banda que siempre funcionó como una maquinaria suiza, como un reloj atómico ajeno a los avatares externos. Pero en 1975, Ferry (que había emprendido una fructífera carrera en solitario), decide defenestrar a la banda. Temporalmente, claro, pues en 1978 Roxy Music resurgió de sus cenizas con una formación renovada y un sonido más lujoso y sofisticado que dio pie a otros tres grandes discos como Manifesto, Flesh And Blood y el aclamado Avalon, tras cuya publicación la banda se disolvió definitivamente y sólo ha vuelto a existir para algunas giras muy concretas en los años 2001, 2003 y 2005. Hasta ahora.

Sin embargo, su legado fue, y es, impresionante. Sobre todo sus dos primeros álbumes quedan, imborrables, como una de las cumbres imaginativas del rock de los años setenta, como obras que, si de mi dependiera, serían una asignatura obligatoria en una hipotética licenciatura en música popular; una herencia que el paso de los años ha convertido en un auténtico tesoro.

miércoles, 10 de marzo de 2010

LOS INROCKUPTIBLES I: GENTE AUTOMÁTICA


La ciudad de Athens, en el estado norteamericano de Georgia, está enclavada en una rica región algodonera. La ciudad conserva elegantes mansiones sudistas construidas antes de la Guerra de Secesión. Athens es también la población donde se halla un restaurante llamado Weaver Delicious Fine Foods, famoso por sus platos caseros, y en donde los camareros, cada vez que se pide algo, contestan: “automatic”. Si unimos las palabras Athens y “automatic”, rápidamente nos vendrá a la cabeza otra palabra, el nombre de una de las bandas imprescindibles de los últimos veinticinco años: REM. El grupo liderado por Michael Stipe es oriundo de Athens y, como casi todo el mundo sabe (o debería saber), su obra más ambiciosa, su trabajo más redondo y conseguido, es Automatic For The People.

Formados en 1979, REM se convierten durante los años ochenta en uno de los grupos más importantes e influyentes del rock contemporáneo, gracias a discos como Murmur o Green. Pero el gran salto a la fama de REM se produce mediante su álbum Out Of Time, un disco de tonos pop con el que obtuvieron varios premios Grammy y que se convirtió en uno de los álbums más vendidos de todos los tiempos. No obstante, tanto la crítica como los fans del grupo consideran que Out Of Time no es precisamente su mejor trabajo. En 1992 la banda publica Automatic For The People, la obra que representa la total madurez compositiva de un grupo que ya era grande. Con este disco, REM crea una obra maestra inolvidable justo en el momento en que transitan de ser héroes de culto a músicos internacionalmente reconocidos y aclamados. Y lo hacen con un disco que, a pesar de resultar de fácil escucha inicial, resulta con mucho el más conmovedor y emocionante de toda su larga trayectoria.

En Automatic For The People predomina la introspección, tanto temática como sonora. Dejando de lado el pop de Out Of Time, REM vuelven su mirada hacia el folk y la tradición norteamericana. Las guitarras acústicas, la armónica, el órgano y unos sensacionales arreglos de cuerda se unen para obtener un resultado de infinita melancolía, un disco que uno puede saborear tumbado en su cama durante una tarde lluviosa o viajando por carretera mientras atraviesa una carretera desierta y hace balance de los momentos más importantes de su vida.

Respecto al contenido del disco, Automatic For The People es una colección de canciones que versan sobre la vejez, la muerte y la pérdida de los seres queridos. En un tono intimista, casi de confesión espiritual, REM realiza un sentido discurso sobre la mortalidad y lo efímero, aunque con un decidido mensaje de esperanza ante la pérdida y el paso del tiempo. Introspección, realismo y emoción son los leiv motiv de una obra cuya grandeza e inspiración pocos han llegado a igualar. Ese intimismo delicado que rezuma todo el disco es perfectamente visible en canciones como Drive, Nightswimming o Everybody Hurts, quizá la pieza más conocida del álbum. Por otro lado, también encontramos composiciones de corte más épico y grandilocuente, atravesadas por capas superpuestas de cuerdas exuberantes, gentileza del productor John Paul Jones, el antiguo bajista de Led Zeppelín. Se trata de temas como Monty Got A Raw Deal o Man On The Moon, majestuosos y orgullosos de su épica introspectiva.

Hoy REM es una auténtica vaca sagrada del rock internacional, uno de esos nombres míticos cuya pronunciación causa reverencia. Pero esa reverencia se ha fraguado a través de los años, y gracias especialmente a discos como Automatic For The People, una obra grande, madura, excelsa; un compendio de la mejor tradición de la música americana aunada con un momento ágido de inspiración, tanto a la hora de componer como de ejecutar música sentida y emocionante.

lunes, 22 de febrero de 2010

PLÁTANOS Y CREMALLERAS


Hoy se cumplen veintitrés años de la muerte de Andy Warhol, artista e ideólogo contracultural y creador del “pop-art”, que dejó para la posteridad obras e imágenes de marcado tinte iconográfico como sus retratos coloreados (quizá los más famosos sean los de Marilyn Monroe y Elvis Presley), su esfuerzo por elevar a la categoría de objeto artístico fragmentos banales de la vida cotidiana, y algunas portadas de discos de rock que han pasado a la posteridad (sobre todo el primer álbum de Velvet Underground, pero también el Sticky Fingers de los Rolling Stones).

Pintura, música, literatura, cine… nada escapaba al escrutinio de Warhol, un tipo verdaderamente listo y provocador que engullía todo lo que observaba a su alrededor para regurgitarlo después en forma de fetiche artístico. Impulsor del colectivo artístico Factory, arraigado en un local del mismo nombre, Warhol se fue dando a conocer paulatinamente en los años sesenta, trabajando junto a colaboradores como Gerard Malanga o Billy Ilich. Warhol abrió su área de interés a multitud de corrientes artísticas (en su seno acunó a seres tan dispares como La Monte Young, Paul Morrissey, Candy Darling o Lou Reed), iniciando una desquiciada carrera hacia el estrellato en la que jugó el rol de pintor, cineasta, diseñador, escritor y editor de una revista de modas. El objetivo declarado era estar en la boca de todos, ser famoso aunque sólo fuera durante 15 minutos.

Para él posaron Mick Jagger, Carolina de Mónaco, Elizabeth Taylor, Michael Jackson, el sha de Persia, Silvester Stallone, Brigitte Bardot o Liza Minelli, entre otros. Publicó libros de filosofía del consumismo y el esplendor urbano. Fue editor de la revista de moda Interview. Fue manager (por un corto periodo de tiempo, eso sí) de The Velvet Underground, a quienes diseñó la celebérrima portada del plátano amarillo para su primer disco (The Velvet Underground & Nico).

Precisamente de su relación con la banda seminal de Lou Reed nace la relación más directa de Warhol con el mundo de la música (luego vinieron sus devaneos con Jagger y los Stones, a quienes diseñó su célebre logotipo con los labios y la lengua). Warhol apadrinó al grupo y produjo su primer disco (del cual dibujó, cómo no, su mítica portada), incluyendo en él a la cantante alemana Nico. La colaboración con Warhol reportó a la banda un cierto prestigio entre los circuitos intelectuales gracias al espectáculo Exploding Plastic Inevitable, una performance multidisciplinar en que los Velvet tocaban sus canciones de drogas, sexo y muerte mientras se proyectaban películas y varios bailarines desarrollaban danzas de tinte sadomasoquista.

No obstante, pronto la relación entre Lou Reed y John Cale por un lado, y Warhol por otro, se agrió y se deterioró hasta que el grupo voló por su cuenta. Muchos años después, tras la muerte del artista, ambos publicaron un álbum de homenaje titulado Songs For Drella, quizá el más sentido y apetitoso homenaje (al menos musical) que jamás un artista contemporáneo haya recibido por parte de un músico. Songs For Drella es un disco profundamente conmovedor, nostálgico y hermoso, que describe la vida y milagros del famoso artista plástico. De una de las canciones de ese álbum, Open House, rescato un fragmento de su letra como último y particular homenaje de mi parte:

Mi piel es pálida como la luna al aire libre,

de plata es mi pelo, como un reloj Tiffany.

Llévame hasta la Luna,

Llévame hasta una estrella.

Pero no hay estrellas en el cielo de Nueva York,

todas están en el suelo.