jueves, 17 de febrero de 2011

LOS INROCKUPTIBLES IX: TODAS LAS FIESTAS DE MAÑANA


Seguramente pocas veces la crítica musical se pronunciaría de forma tan unánime a la hora de ensalzar un disco. Nadie tiene la menor duda de que estamos ante una de esas obras que hacen historia, que abren horizontes, que traspasan fronteras. Y ese es el caso de The Velvet Underground & Nico, probablemente el disco más influyente de los últimos cincuenta años de música rock. Todo empezó en Nueva York. Allí, un compositor a sueldo llamado Lou Reed conoce al estudiante de conservatorio galés John Cale, y deciden formar una banda de rock. Rápidamente reclutan al resto del grupo: el guitarrista Sterling Morrison y la batería Maureen Tucker. Sus primeros pasos les sitúan en el circuito de locales de medio pelo de los diferentes barrios neoyorquinos, donde su música, árida y abrupta, encuentra un lento y tortuoso eco entre el escaso público que acude a verlos actuar.

Un buen día los ve actuar Andy Warhol, el gurú del pop-art. Warhol queda prendado de sus temas cortantes y agresivos, de sus letras explícitas, y de su aire desafiante. Enseguida decide hacerse su mánager, incluyéndolos en su espectáculo multimedia Exploding Plastic Inevitable, una performance que mezcla rock, danza contemporánea, poesía y proyecciones psicodélicas. Con este espectáculo consiguen hacerse un cierto nombre, pulen y engrasan su maquinaria sonora, y Lou Reed tiene tiempo de ir atesorando composiciones que, aunque él aún no lo sabe, van a pasar a la historia.

En 1966 deciden grabar su primer disco. No obstante, antes de ello Andy Warhol consigue que la banda incorpore a Nico, una cantante alemana que él también apadrina. A Lou Reed no le hace en principio mucha gracia, pero la gélida belleza de Nico pronto subyuga a todo el grupo, que acaba aceptándola en su seno, aunque con un papel ciertamente secundario. El propio Warhol es el encargado de producir el álbum y de diseñar la portada, una simple funda blanca con un plátano pelable que ha pasado también a la historia como símbolo del grafismo pop. Sin embargo, lo que rompe deifinitivamente con lo que se estaba haciendo en ese momento es el sonido. Mientras en Estados Unidos dominaban los grupos de la Costa Oeste, de aires calientes y bucólicos, The Velvet Underground pone sobre la mesa un sonido crudo y poderoso, crujiente, casi feísta. Ritmos monótonos, batallas entre las guitarras y la viola eléctrica de John Cale, letras despiadas y cortantes, experimentación, y una imagen fría y distante que les apartaba completamente de cualquier otra banda de la época.

Las canciones del disco, que pasó casi desapercibido en su momento, se han convertido con el paso de los años en piezas míticas de la historia del rock. Temas como I’m Waiting For My Man, Venus In Furs, All Tomorrow’s Parties o la legendaria Heroin siguen siendo hoy en día temas claves en el repertorio de Lou Reed y en el imaginario de cualquier buen aficionado al rock. Aunque las ventas fueron paupérrimas, pocos años después la influencia del álbum devino aplastante. The Velvet Underground fueron precursores del rock urbano, del punk, de la new wawe, del rock siniestro, y casi de cualquier estilo aparecido desde el principio de los años setenta. Entre los más acérrimos fans del grupo se pueden citar a figuras posteriores como David Bowie, Iggy Pop, Patti Smith o Bruce Springsteen, entre muchos otros.

Pero la historia no suele ser justa con los pioneros. El disco vendió muy pocos ejemplares, Lou Reed se peleó con Andy Warhol y echó a Nico del grupo, y la banda continuó su tormentosa carrera, ya como cuarteto, hasta su descomposición definitiva en 1970, momento en que Lou Reed dijo “basta” y emprendió su propia y también imprescindible carrera en solitario. Pero The Velvet Underground & Nico sigue sonando tan vigente hoy como en 1966. Se trata de música que no caduca, de canciones que perviven y se retroalimentan. En suma, de una gran, inmensa e incuestionable obra de arte.