miércoles, 27 de abril de 2011

LOS INROCKUPTIBLES X: RATAS DE ALCANTARILLA




El movimiento punk original se desarrolló entre los años 1976 y 1979 más o menos, con su epicentro situado en el año 1977. Por entonces, una interminable lista de bandas formadas por desclasados sociales e indocumentados musicales se atrevió a intentar socavar los cimientos de la Gran Bretaña social y musical mediante canciones de corta duración, velocidad galopante, sonido sucio y brutal, y consignas contra el sistema. La ruptura generacional y estética del punk fue tan grande que por aquellos años prácticamente todo lo que se publicara y oliera a rock´n´roll era calificado como punk, aunque no concordara exactamente con las premisas establecidas por grupos como Sex Pistols, Damned o The Clash.



Eso fue lo que ocurrió con The Stranglers y su primer álbum, Rattus Norvegicus. Su música ruda y nerviosa, su actitud provocativa y sus conciertos junto a otras bandas contemporáneas hicieron que se les clasificara dentro del movimiento punk. Sin embargo, The Stranglers eran mucho más que eso, eran una banda destinada a inventar, innovar y subsistir mucho más allá de las limitadas expectativas de sus compañeros de generación. Su longeva y fructífera trayectoria así lo atestigua.



Rattus Novegicus se publicó en 1977. Grabado en apenas seis semanas, y precedido de la edición del single Get A Grip, el disco tuvo enseguida una calurosa acogida por parte del público y también de la crítica, que enseguida se dio cuenta de que estábamos ante una banda totalmente diferente a sus coetáneas. Musicalmente, el sonido de The Stranglers bebía de fuentes similares a las transitadas en su día por The Doors, por ejemplo, aunque envolvían sus canciones en una dureza formal que explicaba que muchas veces fuesen etiquetados como grupo punk. Una guitarra nerviosa e inquieta, una voz fuerte y correosa, un bajo omnipresente y unos teclados juguetones eran todo lo que necesitaban para obtener uno de los sonidos más inconfundibles del momento. Ya desde las primeras notas de Sometimes, el primer tema del álbum, está muy claro que no estamos ante un simple disco de punk rock de sonido sucio y estridente. Es más, una de las características de los cuatro miembros del grupo es que, sin ser grandes virtuosos, dominan sus instrumentos mucho más allá de los cuatro acordes de referencia de la mayoría de bandas coetáneas. Esa sensación se transmite a lo largo de todo el disco, en el que existen piezas sobresalientes como Goodbye Toulouse, Hanging Around, Peaches o Down In The Sewer. También a nivel temático The Stranglers van más allá que el resto de grupos contemporáneos. Hugh Cornwell, su líder y cantante, era profesor de literatura, y siempre mantuvo una gran capacidad para sintetizar y disparar sus dardos verbales hacia áreas como la política, el armamento nuclear, la educación, y otros temas comprometidos.



Rattus Norvegicus fue una auténtica sopresa en aquel 1977, uno de los discos de referencia del final de la década. Su frescura, su descaro y su poderío hicieron del disco uno de los modelos a seguir por parte de la siguiente hornada de bandas, las adscritas al fenómeno que se llamó “new wawe”, con un estilo más sofisticado que el punk pero con la semilla de la fiereza instalada en su seno. Bandas como Vibrators, XTC o Ultravox son en extremo deudoras de discos como Rattus Norvegicus. The Stranglers continuaron su carrera con vertiginosa celeridad gracias a otros discos como No More Heroes o The Raven, en los cuales su música continuó evolucionando a cada nueva grabación. Y aunque aquí en España nunca tuvieron un reconocimiento masivo, en Gran Bretaña lograron ser, en los años ochenta, el grupo que más singles había colocado en el Top Ten británico después de los Beatles. Así pues, disfruta de este disco histórico. Si no lo conoces, te aseguramos que estás ante un auténtico hallazgo. Palabra de estrangulador.

viernes, 1 de abril de 2011

MUDDY WATERS: WATIOS PARA LA MÚSICA TRISTE


Tras la situación de movilización general provocada por la Segunda Guerra Mundial, el blues siguió moviéndose. Y la principal revolución en el mundo del blues vino de la electrificación de la guitarra, instrumento emblemático del género. Sin embargo, hasta ese momento (años 40 del siglo XX) el blues continuó siendo una música marginal, apenas apta para los restringidos circuitos de música para negros. Por otro lado, las condiciones de vida para los negros en el Deep South siguían siendo duras, difíciles y peligrosas. Los negros habían participado en gran número en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, arriesgando y perdiendo sus vidas en los campos de batalla europeos en nombre de la libertad. Pero cuando regresaron a casa se encontraron los mismos problemas que abandonaron: explotación, racismo, discriminación... Los estados sureños seguían siendo un lugar de cruel presente y escasamente prometedor futuro, y muchos negros decidieron emigrar al norte industrial, dejando los campos de algodón y las plantaciones para buscar trabajos mas cualificados y supuestamente mas civilizados en las fábricas y cadenas de montaje de Nueva York, Detroit o Chicago.

A finales de la década, y sobre todo durante los años cincuenta, el blues se transforma en rhythm & blues, y el r&b alcanza un éxito comercial importante y un estatus inamovible y prestigioso como la música que dará origen mas adelante al rock'n'roll mediante la incorporación definitiva al blues del formato de pequeño grupo (sección rítmica, piano, un par de guitarras y una voz solista, mas algún que otro aditamento ocasional), la inyección masiva de fuertes dosis de ritmo sincopado y peleón, y la adopción de una temática urbana en la que el sexo y la violencia pasan a ser los referentes principales. Este cambio o transformación esencial en la historia del blues tendrá lugar en varias ciudades (Nueva York, Los Angeles, Houston, Memphis), pero su epicentro se sitúa sin lugar a dudas en Chicago, la Ciudad del Viento, una gran conurbación industrial que acoge en los años 40 una gran parte de la emigración negra procedente del sur y que, merced a la intervención providencial de sellos discográficos como Chess o Mercury, produjo la eclosión del r&b de la mano de algunos de los bluesman mas conocidos y legendarios de la historia.

El mas místico y representativo de todos aquellos músicos de nuevo cuño fue Muddy Waters (1915-1983, Rolling Fort, Mississippi), cuyo nombre real es McKinley Morganfield. Hablar de r&b en Chicago sin hacer mención de este antiguo trabajador agrario llegado a la Ciudad del Viento en los años 40 es poco menos que imposible. Su voz recia y cortante, su peculiar técnica con la slide-guitar y una impresionante colección de hits históricos (Hoochiecoochieman, Manish boy, Got my mojo working, Rollin'stone, Long distance call, ect.) apuntan a Muddy Waters como el bluesman mas influyente y decisivo de los años 50, tanto por ser prácticamente el primero en formar una banda estable e impresionante de blues eléctrico (integrada por Little Walter, Otis Spann, Baby Face Leroy Foster y Jimmy Rogers entre otros), como por ser el pilar fundamental en el cual se apoyará el rock y el r&b británico de los años sesenta. No estuvo solo Muddy Waters en la tarea de acercar la llama del r&b al mundo. En tan magna empresa le acompañan monstruos como John Lee Hooker, 0 Howlin'Wolf, que puede ser considerado tranquilamente como uno de los mejores cantantes de blues de todos los tiempos.

No obstante, no eran Waters, Hooker y Wolf los únicos que se movían en el territorio abrupto y mágico del rhythm & blues. Músicos de fantástica y rica trayectoria como Elmore James (cuya banda, The Broomdusters, podía competir sin complejo alguno con la de Muddy Waters), Sonny Boy Williamson II, Memphis Slim, Otis Rush e incluso un Bo Didley antes de dar sus primeros y exitosos pasos en el terreno del boogie-boogie y el rock, componían, junto a muchos otros mas, un grupo de artistas cuya calidad y trascendencia en la historia de la música del siglo XX todavía no han sido igualadas.

Pero Muddy Waters fue el primero de ellos. Y también el mejor. Por si tienes alguna duda, puedes comprobarlo en la serie de discos Live In Mississippi, cuatro discos en los que contó con la colaboración del tremendo guitarrista albino Jhonny Winter grabados entre 1977 y 1981, en los que demuestra la grandeza de una voz y un género de los cuales, y quizá sin saberlo, todavía somos deudores muchos de nosotros.