El movimiento punk original se desarrolló entre los años 1976 y 1979 más o menos, con su epicentro situado en el año 1977. Por entonces, una interminable lista de bandas formadas por desclasados sociales e indocumentados musicales se atrevió a intentar socavar los cimientos de la Gran Bretaña social y musical mediante canciones de corta duración, velocidad galopante, sonido sucio y brutal, y consignas contra el sistema. La ruptura generacional y estética del punk fue tan grande que por aquellos años prácticamente todo lo que se publicara y oliera a rock´n´roll era calificado como punk, aunque no concordara exactamente con las premisas establecidas por grupos como Sex Pistols, Damned o The Clash.
Eso fue lo que ocurrió con The Stranglers y su primer álbum, Rattus Norvegicus. Su música ruda y nerviosa, su actitud provocativa y sus conciertos junto a otras bandas contemporáneas hicieron que se les clasificara dentro del movimiento punk. Sin embargo, The Stranglers eran mucho más que eso, eran una banda destinada a inventar, innovar y subsistir mucho más allá de las limitadas expectativas de sus compañeros de generación. Su longeva y fructífera trayectoria así lo atestigua.
Rattus Novegicus se publicó en 1977. Grabado en apenas seis semanas, y precedido de la edición del single Get A Grip, el disco tuvo enseguida una calurosa acogida por parte del público y también de la crítica, que enseguida se dio cuenta de que estábamos ante una banda totalmente diferente a sus coetáneas. Musicalmente, el sonido de The Stranglers bebía de fuentes similares a las transitadas en su día por The Doors, por ejemplo, aunque envolvían sus canciones en una dureza formal que explicaba que muchas veces fuesen etiquetados como grupo punk. Una guitarra nerviosa e inquieta, una voz fuerte y correosa, un bajo omnipresente y unos teclados juguetones eran todo lo que necesitaban para obtener uno de los sonidos más inconfundibles del momento. Ya desde las primeras notas de Sometimes, el primer tema del álbum, está muy claro que no estamos ante un simple disco de punk rock de sonido sucio y estridente. Es más, una de las características de los cuatro miembros del grupo es que, sin ser grandes virtuosos, dominan sus instrumentos mucho más allá de los cuatro acordes de referencia de la mayoría de bandas coetáneas. Esa sensación se transmite a lo largo de todo el disco, en el que existen piezas sobresalientes como Goodbye Toulouse, Hanging Around, Peaches o Down In The Sewer. También a nivel temático The Stranglers van más allá que el resto de grupos contemporáneos. Hugh Cornwell, su líder y cantante, era profesor de literatura, y siempre mantuvo una gran capacidad para sintetizar y disparar sus dardos verbales hacia áreas como la política, el armamento nuclear, la educación, y otros temas comprometidos.
Rattus Norvegicus fue una auténtica sopresa en aquel 1977, uno de los discos de referencia del final de la década. Su frescura, su descaro y su poderío hicieron del disco uno de los modelos a seguir por parte de la siguiente hornada de bandas, las adscritas al fenómeno que se llamó “new wawe”, con un estilo más sofisticado que el punk pero con la semilla de la fiereza instalada en su seno. Bandas como Vibrators, XTC o Ultravox son en extremo deudoras de discos como Rattus Norvegicus. The Stranglers continuaron su carrera con vertiginosa celeridad gracias a otros discos como No More Heroes o The Raven, en los cuales su música continuó evolucionando a cada nueva grabación. Y aunque aquí en España nunca tuvieron un reconocimiento masivo, en Gran Bretaña lograron ser, en los años ochenta, el grupo que más singles había colocado en el Top Ten británico después de los Beatles. Así pues, disfruta de este disco histórico. Si no lo conoces, te aseguramos que estás ante un auténtico hallazgo. Palabra de estrangulador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario