miércoles, 2 de noviembre de 2011

LOS INROCKUPTIBLES XIV: EL LADO OSCURO DE LA BELLEZA


La belleza también puede tener su lado oscuro e inhumano. Y por otra parte, la soledad, la depresión y el desamor pueden ser susceptibles de proporcionar placeres que, no por inconfesables, son menos ciertos. Entre ambas propuestas, ni mucho menos tan contradictorias como podría parecer, se ubica este álbum de Portishead, sin duda uno de los trabajos más impresionantes publicados en 1994. Al rebufo del éxito obtenido por Massive Attack, otros grupos de la ciudad de Bristol tuvieron su oportunidad de ser escuchados con atención. Entre ellos destacaba poderosamente Portishead, un grupo compuesto por el teclista y programador Geoff Barrow y la sublime vocalista Beth Gibbons, aunque también cuentan con la inestimable ayuda de músicos como el percusionista Clive Deamer, el teclista Gary Baldwin y el guitarrista/compositor Adrian Utley. Entre todos ellos publicaron Dummy, un álbum en el que lo bello y lo triste se besan apasionadamente a lo largo de diez temas sin desperdicio alguno. Portishead utilizan el pesimismo, la desolación y la desesperanza sentimental allí donde Massive Attack o Soul II Soul usan la atmósfera crepuscular y la elegancia formal.Y la verdad es que cuesta destacar algún tema por encima de los demás en este artilugio que bascula entre el soul, el jazz, el hip-hop y el lirismo de vanguardia y que ofrece un apasionante catálogo de emociones surrealistas teñidas de aguamarina.

Colaboradores de Neneh Cherry y remezcladores solicitadísimos por pesos pesados como Depeche Mode o Paul Weller, Portishead habían facturado hasta entonces algunos singles (Numb, Sour Times) y un cortometraje desasosegante (To Kill A Dead Man), en los que ya podían intuirse a la perfección los mimbres que caracterizan su música: dub magmático, electrónica de vanguardia, pasión por las bandas sonoras de películas, uso de instrumentos de teclado convencionales (órgano Hammond, piano eléctrico Rhodes), y una sonoridad de melancolía sólida que rezuma hiriente de canciones que no hay que escuchar en días especialmente deprimidos. Belleza sangrante, amargura imprescindible e irrealidad tangible; Portishead: nunca el desamor resultó tan bello e intrigante.

Mysterons, Sour Times, Roads, Glory Box...cualquiera de los temas de Dummy te atravesarán el corazón y los sentidos mientras luchas impotente por eludir su poder de seducción y sucumbes una y otra vez a sus irreales encantos. Su sonido crudo y mágico, parco e insondable, te hará vibrar, llorar o suspirar alternativamente. Pruébalo y quedarás total, completa y absolutamente subyugado, preso de la condena más deseable que puedas imaginar. Encadénate a Dummy; no añorarás la libertad.
Tanta belleza comprimida en un álbum de debut como Dummy les llevó a espaciar sus posteriores trabajos. Tres años tardaron en publicar su siguiente disco, titulado simplemente Portishead. Y otros dos años en editar el siguiente, un disco grabado en directo con orquesta incluida. Poco más desde entonces. Quizá el espectacular Dummy ha sido demasiado difícil de igualar, demasiado alto el listón que ha dejado en la memoria de los oyentes. No importa. Sigue siendo un disco imprescindible.

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