Siempre he asociado las fiestas navideñas con música, desde que era un crío. Cuando (por fin) terminan, el recuerdo que me queda de ellas es siempre el de su banda sonora, el de los discos que he estado escuchando esos días en que sueles tener algo más de tiempo que de costumbre.Repasando lo escuchado estos días, veo que la banda sonora de estas fiestas ha estado compuesta por Depeche Mode (The Singles 86-98), Krishna Das (un cantante de mantras tibetanos de voz increíble), Roxy Music (un directo del año 79), Stranglers (otro directo, este del año 80), y mucho Elvis.
Me refiero al Elvis de los años 70, y a sus conciertos. Al Elvis de los trajes apretados llenos de lentejuelas y rostro abotargado; al de los movimientos de karateka y los chistes contados entre canciones. Al Elvis que durante esos años, desde su vuelta a los escenarios en 1969 hasta su muerte en 1977, dejó tras de sí un reguero de impresionantes actuaciones en vivo, en las que su voz prodigiosa alcanzó su máxima excelencia, su rendimiento más óptimo, el punto álgido de su capacidad de transmisión.
Sé que ese periodo de la carrera de Elvis está lleno de tópicos y prejuicios. Y deseo recomendar a todo aquel que los siga teniendo que los deje a un lado, y se acerque a escuchar alguno de esos conciertos para comprobar hasta qué punto un cantante puede dominar su voz y emocionar al que escucha hasta límites insospechados. Para ello, recomiendo, de entre su discografía oficial, álbumes como In Person At The International Hotel (agosto de 1969), Elvis As Recorded At Madison Square Garden (junio de 1972), o Elvis Recorded Live On Stage In Memphis (marzo de 1974). Los tres son impresionantes demostraciones de fuerza vocal y escénica, más vibrante y básica la primera, más íntima y elegante la segunda, desatada y dominante la tercera.
Pero para aquel que quiera profundizar todavía más, que busque por Internet y se haga con algunos conciertos de esos años en los que Elvis y su impresionante banda (encabezada por el guitarrista James Burton y el batería Ronnie Tutt) incendiaban escenarios día a día, noche tras noche, sesión tras sesión. Entre ellos, buscad The Power Of Shazam (noviembre de 1971), The Hampton Road Concerts (abril de 1972), Elvis Back With A Bang (marzo de 1975) o A Hot Winter’s Night! (diciembre de 1976). En todos ellos (y en muchos más conciertos, seguro), se puede apreciar lo dicho anteriormente: el por qué Elvis fue tan grande, y cómo su voz ha sobrevivido en el tiempo a través de las décadas para recordarnos que cantar canciones es una actividad en el que cuerpo, mente y espíritu se unen para lograr momentos imborrables. Pruébalo; no te arrepentirás.
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