De todos los padres que ha tenido la música electrónica, ninguno tiene tanto derecho a reclamar la patria potestad de ese género musical como los alemanes Kraftwerk. Es más, incluso hoy en día cualquier discjockey, músico o productor de música electrónica cae de rodillas y reverencia temblorosamente a estos cuatro teóricos de la música contemporànea, responsables de la mayoría de edad y la credibilidad de que gozaría el género años más tarde. Los primeros pasos de la banda, originaria de la ciudad de Dusseldorf, se sitúan a principios de los años setenta, pero no es hasta mediados de la década, de la mano de discos como Autobahn o Radio Activity, que consiguen despertar el interés del público. Su música, en apariencia gélida y robotizada, resulta difícil de consumir en medio de un panorama dominado por el heavy metal, el glam-rock y la música progresiva. Pendientes de clasificar aún, Kraftwerk deambulan en una especie de limbo que apenas les tiene en cuenta y que no sabe muy bien qué hacer con ellos.
Pero con la publicación en 1977 de Trans Europe Express, todo comienza a aclararse. El álbum tiene un sonido mucho más asequible que cualquier cosa que hubieran grabado antes, y se constituye en cabeza de puente entre su anterior sonido experimental y su posterior enfoque más orientado hacia el pop y la música de baile. Trans Europe Express es un álbum pionero, que se anticipó al advenimiento del tecno-pop y de los “nuevos románticos”, y que contribuyó como ninguna otra obra musical a extender un concepto europeo y continental de la música popular, en este caso orientado hacia la cibernética y la tecnología. Desde su propio título, Europa, sus mitos, su paisaje y sus gentes pueblan todo el disco, que en este aspecto cobra tintes auténticamente reivindicativos en contra del aplastante dominio de los formatos norteamericanos.
¿Pero qué podemos encontrar exactamente en Trans Europe Express? Pequeñas sinfonías futuristas que no obstante dejan entrever su amor por los compositores clásicos, música de cámara espacial, lirismo minimalista, anteproyectos de electro pop, y funk robotizado que presta especial atención a los ritmos sin descuidar en ningún momento la melodía y los sentimientos. En otras palabras: riza el rizo y demuestra que un tratamiento radicalmente electrónico en lo musical no es obstáculo para obtener un resultado superlativo en la faceta más puramente emocional. Tres temas ocupan la primera cara del vinilo original. La primera de ellas, Europe Endless, es precisamente un homenaje a la Europa del pasado y del futuro en clave de electrónica poética y un tratamiento del sonido del que luego serán deudores gente como Gary Numan, Vince Clarke, Depeche Mode u Orchestral Manouvres in the Dark. Las otras dos piezas, The Hall of Mirrors y Showroom Dummies, son deliciosos proyectos de electro pop cuya escucha nos enseña la tremenda importancia de Kraftwerk en el desarrollo de la música electrónica de posteriores décadas.
Pero sin duda la pieza maestra del álbum es la que le da título: Trans Europe Express, una apoteosis de funk electrónico y atmósferas inquietantes que incorpora voces robóticas, dub metalizado y, de nuevo otra vez, una visión entre romántica y esperanzada de Europa, en esta ocasión como escenario de un fascinante viaje a través de su querida aunque torturada geografía. En resumen, Trans Europe Express es un viaje iniciático a la prehistoria del techno, a una época en que componer melodías con un sintetizador todavía era experimentar, y en que conceptos como futurismo, robótica o tecnología aún estaban prácticamente por descubrir al gran público. Bienvenidos pues a este viaje alucinante. El tren está a punto de partir y el jefe de estación está llamando al pasaje. Acomódate en tu asiento y disfruta del placer de este periplo, uno de los más emocionantes y decisivos de toda la historia de la música rock.
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