Este domingo, 29 de noviembre, se cumplen ocho años de la muerte de George Harrison, el beatle introvertido y tímido. Y no es que a mí personalmente me interesase jamás su carrera en solitario, e incluso puedo decir sin ruborizarme que tampoco soy lo que se dice un beatlemaníaco (me gustan sus singles, sus canciones más frescas, pico de aquí y de allá). Pero también soy consciente de su inmensa importancia y peso específico en la música popular del siglo XX, y por ello me atrevo a escribir sobre el que a buen seguro es su obra más emblemática: Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Es muy posible que este no sea el mejor disco de The Beatles. Muchos de sus innumerables fans apostarían por Revolver, With The Beatles, o el famoso álbum blanco. Tampoco es el más vendido, ni el más recordado. Pero sin lugar a dudas es su disco más influyente; uno de los álbumes más influyentes de toda la historia de la música rock. Corría el año 1967 y el fenómeno Beatles hacía ya tiempo que se encontraba en su apogeo. Millones de discos vendidos, giras apoteósicas, apariciones en televisión, películas, conciertos plagados de crisis de histeria entre sus fans... Indiscutiblemente, los Beatles eran los números uno del mundo, lo habían conseguido todo y se habían superado a sí mismos una y otra vez. Hasta el punto de que John Lennon y Paul McCartney, secundados por George Harrison y Ringo Starr, habían decidido ya que debían ir más allá, superar lo ya logrado.
El primer paso lo dieron en 1965, cuando decidieron dejar los escenarios y no volver a tocar en directo. Su música grabada estaba adquiriendo complejidades que la tecnología del directo no permitía reproducir. Poco después, el álbum Revolver los volvía a elevar un peldaño más en relación con el resto de bandas de la época. Aprendieron a jugar con sus instrumentos, a incorporar músicos colaboradores, a comprender las enormes posibilidades de un estudio de grabación. A todo ello se unieron dos hechos más. Uno fue su toma de contacto con la espiritualidad oriental y la música hindú. El otro fue el álbum Pet Sounds, obra de los Beach Boys, un disco que precisamente incidía en la línea que pretendían seguir: arreglos suntuosos, acompañamientos orquestales, collages sonoros.
Dicho y hecho. Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band fue, probablemente, el primer álbum conceptual de la música pop. También marcó una época en cuanto a diseño gráfico, siendo una de las carátulas más imitadas de todos los tiempos. En cuanto al sonido, el productor George Martin y sus ingenieros de sonido logró un milagro; parecía imposible que en 1967 un disco de pop-rock pudiera sonar así. La innovación, la experimentación, cierta aura psicodélica y un estado de gracia compositivo incomparable recorren todo el disco, plagado de clásicos como A Little Help From My Friends, Lucy In The Sky With Diamonds o A Day In The Life, temas inolvidables y musicalmente mucho más complejos que cualquiera que hubieran grabado hasta entonces. Músicos franceses tocando instrumentos de viento, conjuntos de cuerda, efectos de sonido, grabaciones pasadas del revés, uso masivo de teclados de apoyo... La riqueza sonora del álbum está fuera de toda duda. No en vano Sergeant Pepper’s necesitó cinco meses de trabajo (una eternidad en aquellos años), 700 horas de estudio de grabación y 50.000 libras de coste.
No obstante, su rentabilidad, tanto comercial como artística, superó con creces todas las previsiones. El 1 de junio de 1967 el disco se ponía a la venta, y automáticamente todos los grupos del mundo quisieron hacer un disco como aquel. Desde luego, muy pocos pudieron, y aunque algunos consiguieran alcanzar las mismas cotas de calidad que los cuatro de Liverpool, fueron ellos quienes pusieron la primera piedra. Cuarenta y dos años después de su publicación, Sergeant Pepper’s suena igual de fresco, ambicioso y creativo que cuando salió al mercado. Sólo las obras maestras indiscutibles lo logran. Cuarenta y dos años después de su publicación, en el panteón virtual de la música rock sigue brillando este disco como una gema irrepetible, como una de las obras que cambiaron su curso y definieron su historia futura.
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