Sin duda alguna, Tangerine Dream es una banda legendaria dentro del género de música electrónica y de la vanguardia musical en general. A lo largo de su dilatada trayectoria, el grupo alemán ha explorado áreas ignotas y vírgenes dentro de la música y ha contribuido a crear los cimientos de diversas corrientes contemporáneas. Tangerine Dream se formó a finales de los años sesenta, junto a muchas otras bandas de procedencia alemana que irrumpieron en el panorama de la música rock aportando instrumentación y temáticas hasta entonces no utilizadas por los grupos anglosajones. Dos de esas formaciones tuvieron un peso decisivo y construyeron una obra de gran influencia para varias generaciones de músicos. Una de ellas era Kraftwerk. La otra, por supuesto, fue Tangerine Dream.
Tras varios discos de corte experimental que en su día fueron bautizados como música cósmica, Tangerine Dream firmaron por el sello Virgin y publicaron varios discos que redefinieron el curso de la música electrónica. El primero de todos ellos, seguramente su obra capital, y la que mayor impacto causó en la música de su tiempo y en el desarrollo posterior de otras bandas y artistas, fue Phaedra, de cuya publicación se cumplen nada menos que treinta y cinco años, un auténtico monumento a los ambientes cósmicos y misteriosos y a la aplicación de la tecnología punta en la música rock.
Publicado en 1974, Phaedra (nombre de la esposa del mitológico Perseo) es uno de los más importantes y excitantes trabajos aparecidos en el género de la música electrónica de todos los tiempos. Es también un brillante punto de encuentro entre la temática de ciencia-ficción tan amada por el grupo, y la aplicación inteligente de la tecnología sonora. El resultado es una orgía de sonidos que provienen de las profundidades del espacio, tanto exterior como interior; un trance arpegiado que nos conduce a órbitas musicales nunca antes holladas por el hombre. Phaedra contiene cuatro temas, aunque su estructura y sonido poco tiene que ver con las canciones de pop y rock al uso. Prácticamente toda la instrumentación se produce a partir de instrumentos electrónicos. Sintetizadores, secuenciadotes, unidades de efectos y percusión generada electrónicamente son los absolutos protagonistas del disco. La repetición, el trance, la hipnosis y el viaje son conceptos clave del álbum, que puede ser considerado como el nacimiento de la música espacial.
Por supuesto, los cuatro temas de Phaedra tienen títulos, pero no son importantes. Más que canciones, son vehículos. Vehículos para vagar por inmensos espacios, visitar un sistema solar tras otro, remontar una corriente de agua o dejarse arrastrar por ella. Escuchando este disco, el tiempo no existe; se detiene, transcurre a golpes, parpadea con un ritmo delirante. Escuchando esta obra, las percepciones y los sentidos se alteran, se retuercen y adquieren nuevas e insospechadas aristas.
Phaedra también es el álbum que afianzó la formación clásica de Tangerine Dream, integrada por Edgar Froese, Chris Franke y Peter Baumann. Esta misma formación es la que sostuvo el grupo hasta 1977, año en que Baumann les dejó para emprender su carrera en solitario. Además de Phaedra, este trío de músicos alemanes grabó otras obras de gran calado como Rubycon, Ricochet o Stratosfear. Pero ninguna de ellas o de las posteriores tuvo el impacto de Phaedra. Un trabajo visionario, valiente y arriesgado que fue muy bien recompensado por los oyentes de todo el mundo. Tangerine Dream consiguió elevar el uso de los recursos electrónicos a cotas insospechadas, y su decadencia creativa coincidió con la definitiva eclosión y masificación del fenómeno electrónico a comienzo de los años noventa.
Pero nos queda su música. Nos queda Phaedra y sus imágenes distorsionadas, futuristas, su caudal de inspiración y todas las puertas que el disco supo abrir en aquellos años. Prepárate a disfrutar de un viaje al infinito, a la última frontera cósmica de la mano de la música de Tangerine Dream. Los motores de la nave ya atruenan; la cuenta atrás ha comenzado. Tres… dos… uno… ignición.
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