Apollo Theatre, Glasgow, Escocia, 9 de julio de 1976. La expectación es máxima en el viejo teatro escocés. No en vano los miles de asistentes que se agolpan en su interior están a punto de comprobar si lo que van a ver es una resurrección o un entierro definitivo, pues Genesis van a tocar por primera vez sin que su carismático cantante Peter Gabriel esté delante del micrófono. La incertidumbre, la rumorología, el boca a boca, circulan a sus anchas entre los asientos del local, preparado para desvelar, de una vez por todas, la gran incógnita.
Cuando Peter Gabriel deja Genesis a finales de 1975, todo el mundo da por muerta a la banda. Y no es para menos, pues Gabriel era considerado como el líder indiscutible y el impulsor creativo del grupo. Sin embargo, hay cuatro personas que no están de acuerdo en dar por finiquitada a la banda: el resto de sus componentes. Phil Collins, Tony Banks, Steve Hackett y Mike Rutherford se conjuran contra los hados y los elementos y se encierran en unos estudios de grabación para componer nuevo material ante la incredulidad de propios y extraños.
Enseguida surge la gran pregunta: ¿quién va a ser el nuevo cantante? Después de algunas probaturas y muchos dimes y diretes, el grupo anuncia una decisión arriesgada y sorprendente: Phil Collins, hasta ahora batería y segunda voz de la banda, será el sustituto de Peter Gabriel. La incredulidad es general hasta que a primeros de 1976 Genesis publica su nuevo álbum: A Trick Of The Tail, un disco no sólo a la altura del pasado del grupo, sino también digno de todo tipo de elogios y parabienes por méritos propios. La segunda ecuación que se despeja es qué ocurre con los conciertos en directo, qué formación van a presentar ante su público. Genesis se saca otro conejo de la chistera: fichan a Bill Bruford, ex batería de Yes y King Crimson, ocupándose Collins de la voz solista y también de los tambores en los interludios instrumentales de sus largas y complejas composiciones.
El tour comienza en Canadá y Norteamérica en marzo de 1976, pero no llega a Europa hasta el verano. Los nuevos shows presentan una ambiciosa y acertada combinación de las piezas de su nuevo disco como Squonk, Dance On A Volcano o Los Endos, y la recreación de muchos de las canciones más conocidas del grupo como The Carpet Crawlers, I Know What I Like o Firth Of Fifth, entre otras. La ocurrencia de poner a Phil Collins como cantante solista, cuestionada en un principio, se revela rápidamente como acertada. Collins, que en su adolescencia fue actor teatral, tiene un timbre de voz bastante similar al de Gabriel, menos dúctil y variado, pero sumamente eficaz.
El concierto (más tarde publicado bajo el título de Seconds Out)refleja a la perfección la majestuosidad y el liricismo de la música de Genesis. El sonido, limpio y diáfano como una estatua de cristal, muestra la mejor versión de unos músicos excelsos empeñados en demostrar al mundo que no dependían, como muchos habían creído, de su carismático y huido cantante para ser grandes de verdad. La limpidez de la guitarra de Hackett, los mayestáticos teclados de Tony Banks, el esforzado voluntarismo de Collins y la auténtica lección de ritmo que el mismo Collins y Bruford dan durante todo Seconds Out hacen de este concierto una pieza imprescindible. Sin duda, uno de los mejores discos en directo jamás grabados.
El resto de la historia es ya conocida. Steve Hackett dejó el grupo en 1977 (tras la publicación de Wind & Wathering), y a partir de entonces Genesis dejaron de ser Genesis, comercializaron su sonido y se acercaron al pop y a la radiofòrmula hasta no ser más que una sombra de lo que fueron. Pero dejaron este fragmento de rebeldía ante un incierto destino, una muestra de orgullo herido ante t6odos (y fueron muchos) los que vendieron su piel antes de haberlos cazado. Y eso siempre les honrará.
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