La ciudad de Athens, en el estado norteamericano de Georgia, está enclavada en una rica región algodonera. La ciudad conserva elegantes mansiones sudistas construidas antes de la Guerra de Secesión. Athens es también la población donde se halla un restaurante llamado Weaver Delicious Fine Foods, famoso por sus platos caseros, y en donde los camareros, cada vez que se pide algo, contestan: “automatic”. Si unimos las palabras Athens y “automatic”, rápidamente nos vendrá a la cabeza otra palabra, el nombre de una de las bandas imprescindibles de los últimos veinticinco años: REM. El grupo liderado por Michael Stipe es oriundo de Athens y, como casi todo el mundo sabe (o debería saber), su obra más ambiciosa, su trabajo más redondo y conseguido, es Automatic For The People.
Formados en 1979, REM se convierten durante los años ochenta en uno de los grupos más importantes e influyentes del rock contemporáneo, gracias a discos como Murmur o Green. Pero el gran salto a la fama de REM se produce mediante su álbum Out Of Time, un disco de tonos pop con el que obtuvieron varios premios Grammy y que se convirtió en uno de los álbums más vendidos de todos los tiempos. No obstante, tanto la crítica como los fans del grupo consideran que Out Of Time no es precisamente su mejor trabajo. En 1992 la banda publica Automatic For The People, la obra que representa la total madurez compositiva de un grupo que ya era grande. Con este disco, REM crea una obra maestra inolvidable justo en el momento en que transitan de ser héroes de culto a músicos internacionalmente reconocidos y aclamados. Y lo hacen con un disco que, a pesar de resultar de fácil escucha inicial, resulta con mucho el más conmovedor y emocionante de toda su larga trayectoria.
En Automatic For The People predomina la introspección, tanto temática como sonora. Dejando de lado el pop de Out Of Time, REM vuelven su mirada hacia el folk y la tradición norteamericana. Las guitarras acústicas, la armónica, el órgano y unos sensacionales arreglos de cuerda se unen para obtener un resultado de infinita melancolía, un disco que uno puede saborear tumbado en su cama durante una tarde lluviosa o viajando por carretera mientras atraviesa una carretera desierta y hace balance de los momentos más importantes de su vida.
Respecto al contenido del disco, Automatic For The People es una colección de canciones que versan sobre la vejez, la muerte y la pérdida de los seres queridos. En un tono intimista, casi de confesión espiritual, REM realiza un sentido discurso sobre la mortalidad y lo efímero, aunque con un decidido mensaje de esperanza ante la pérdida y el paso del tiempo. Introspección, realismo y emoción son los leiv motiv de una obra cuya grandeza e inspiración pocos han llegado a igualar. Ese intimismo delicado que rezuma todo el disco es perfectamente visible en canciones como Drive, Nightswimming o Everybody Hurts, quizá la pieza más conocida del álbum. Por otro lado, también encontramos composiciones de corte más épico y grandilocuente, atravesadas por capas superpuestas de cuerdas exuberantes, gentileza del productor John Paul Jones, el antiguo bajista de Led Zeppelín. Se trata de temas como Monty Got A Raw Deal o Man On The Moon, majestuosos y orgullosos de su épica introspectiva.
Hoy REM es una auténtica vaca sagrada del rock internacional, uno de esos nombres míticos cuya pronunciación causa reverencia. Pero esa reverencia se ha fraguado a través de los años, y gracias especialmente a discos como Automatic For The People, una obra grande, madura, excelsa; un compendio de la mejor tradición de la música americana aunada con un momento ágido de inspiración, tanto a la hora de componer como de ejecutar música sentida y emocionante.
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