Fillmore East, Nueva York, marzo de 1971. El legendario auditorio neoyorquino está listo para vivir otra noche memorable, de esas que se recuerden décadas después. Durante dos noches, las del 13 y el 14 de marzo, actúan los Allman Brothers Band, y con esto queda ya casi todo dicho.
La Allman Brothers Band fue durante la primera mitad de los años setenta el epítome de la música americana. Crisol de rock, blues y jazz, junto con unas gotitas de country, la banda de los hermanos Duane y Gregg Allman integraban todos estos géneros musicales además de músicos blancos y negros en su formación. Banda de directo por excelencia, sus conciertos suponían toda una experiencia de catarsis instrumental que en el álbum en directo Live At Fillmore East tuvo un memorable documento que captura y certifica una época, una cierta música, y un cierto momento que no pueden ser declarados otra cosa que (casi) perfectos.
Tótem de la música en directo de los años setenta, referencia insoslayable de cualquier selección de pesos pesados del rock, Live At Fillmore East presenta la formación original de la banda, con las guitarras afiladas y juguetonas de Duane Allman y Dicky Bets, el órgano sensual de Gregg Allman, el bajo lleno de inventiva de Berry Oakley y las baterías llenas de energía pero también de detalles de Butch Trucks y Jai Jai Johanson. Una de las más innovadoras y cautivadoras bandas del rock de los setenta.
Pocos discos dejan una huella histórica tan clara y precisa. Así se puede describir un disco en que cada nota, cada canción, denota una fuerza desmedida y que juntas forman un clásico entre los clásicos. Un clásico formado sólo por siete canciones que los Allman estiran y estiran en medio de turbulentas improvisaciones y torrentes de sonido eléctrico. Un concierto que se inicia con la torrencial Statesboro Blues y termina con la monumental Whipping post no puede menos que ser magnífico. Sobre todo si en medio de estos temas se intercalan odiseas sonoras como las del clásico Stormy Monday, el caliente Hot ‘Lanta o la impresionante In Memory Of Elizabeth Reed, un verdadero compendio de todas las virtudes, y eran muchas, que atesoraba la música de los Allman Brothers Band. Orgásmica, torrencial, deslumbrante… la música de los Allman Brothers era, sobre todo, espectacular. Tanto en su concepción como, por supuesto, en su ejecución. La precisión y el virtuosismo se alían a la perfección con el sentimiento y las raíces, y también con los largos e improvisados desarrollos instrumentales de una banda que marcó toda una época.
Desgraciadamente, Duane Allman moriría pocos meses después en un accidente de motocicleta, abortando una de las carreras más prometedoras y fugaces de la historia del rock. Y un año más tarde, Berry Oakley, el bajista del grupo, perdía también la vida en un accidente muy similar producido a apenas tres manzanas de distancia del sufrido por su compañero. La desgracia se cebó en los Allman Brothers Band, que no obstante continuaron una exitosa trayectoria que les mantuvo durante los años setenta como uno de los grupos de rock americano de referencia.
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