viernes, 20 de febrero de 2009

CUENTOS DEL CIELO DEL ROCK'N'ROLL (VI)


James Brown, el rey del soul fallecido a finales del año 2006, participó con luz propia en la revolución de la música negra de los años sesenta, la que consolidó el funk y sus derivados en la corriente más influyente de final de siglo. Durante los primeros años de su carrera, James Brown dio forma a su imponente directo. Con su banda de apoyo, los Famous Flames, reunió un grupo de rhythm and blues poderoso que respondía como un solo hombre a las indicaciones de su jefe. James Brown bailaba y se agitaba hasta la extenuación mientras su banda le seguía en sus evoluciones convirtiéndose en su instrumento. Utilizaba las secciones de viento o rítmica del grupo como si tratasen de las cuerdas de una guitarra siempre bien afinada.

El 24 de octubre de 1962, James Brown alcanzó ese punto que separa a los grandes músicos de las leyendas. Aquella noche dio un soberbio concierto en el corazón de Harlem. De la actuación en el Teatro Apollo se registraron 32 minutos que han pasado a la historia. Su discográfica había fichado al padrino del soul en 1956 y ya entonces, cuando tuvo la oportunidad de oír su primera versión de Please, Please, Please, había mostrado su discrepancia con un artista al que nunca comprendió a pesar de elevarlo al estrellato.

Al igual que ocurriera con su primer éxito, James Brown devolvió a su sello discográfico su inversión con creces. A principios de 1963, Live At The Apollo se convirtió en un auténtico bombazo. Las estaciones de radio pinchaban el álbum completo (algo inédito hasta en los programas actuales) utilizando la pausa entre cara y cara (justo en el medio de la impresionante Lost Someone) para introducir sus anuncios. Aquel directo, cuya producción había sido pagada por el propio cantante, alcanzó el número 2 y se mantuvo durante 66 semanas en el Billboard Top Pop Albums. Y lo impresionante es que contiene solo 7 cortes, 5 de los cuales son realmente breves. Y aunque no hubiera grabado nada más con posterioridad a este álbum, James Brown hubiera pasado a la historia por la enorme interpretación de estos siete cortes.

El concierto comienza con la magistral I’ll Go Crazy, y sigue hacia adelante con sus clásicos Try Me y Think, en los que las variaciones instrumentales de la banda se encargan de poner la sal y la pimienta. Casi en un suspiro llega el apasionado I Don’t Mind, justo antes de Lost Someone y su “crescendo” apoteósico. A continuación se puede escuchar un medley que comienza y termina con Please, Please, Please y que en su interior recoge fragmentos de You’ve Got The Power, I Found Someone, Why Do You Do Me, I Want You So Bad, I Love You, Yes I Do, Strange Things Happen y Bewildered. Y de postre, la extraordinaria versión de Night Train.

Hay superdotados que son capaces de hacer sencillo algo que para el resto es sencillamente imposible. Y James Brown es uno de ellos. Se trata de algo etéreo, subjetivo, pero capaz de poner de acuerdo a cualquier aficionado, sean cuál sean sus gustos musicales. Live At The Apollo logra captar como pocos discos la fuerza y la pasión de uno de los grandes en su mejor momento de forma.

La noche del 24 de octubre de 1962, James Brown entregó su alma al diablo y decidió dejar constancia de ello. Y el resto es historia. Historia del Rock'n'Roll, el soul, el funk. Una historia de Sudor orgiástico. De Aquelarres. Del Alma. Esa alma, incorrupta a través de los años, nos canta desde el año 1962 (el año en que yo nací), y nos recuerda que cielo e infierno son sólo abstracciones. Lo que de verdad cuenta, lo real, son aquellas canciones, aquellas estrofas, aquellos gritos que saltan el velo de los años y son hoy tan poderosos y mortíferos como entonces.

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