martes, 3 de febrero de 2009

CUENTOS DEL CIELO DEL ROCK'N' ROLL (IV)


Cobo Hall Arena, Detroit, 8 de mayo de 1970. El público presente en la sala está a punto de presenciar una de esas actuaciones en las que Jim Morrison, el carismático líder de The Doors, suele romper los límites de lo que habitualmente es un concierto de rock. Cada cierto tiempo, de forma imprevista, él y su banda gozan y disfrutan alargando sus conciertos, improvisando, estirando los temas y haciendo pasar al público por una experiencia realmente única e intransferible. Y esta es una de esas noches.

The Doors están trabajando esos días en la grabación del que será su último álbum en estudio, L.A. Woman. Pero durante esta gira suelen interpretar temas de su más reciente lanzamiento, Morrison Hotel, y de sus primeros discos, además de realizar frecuentes y jugosas incursiones en los clásicos del rock y el ryhtmy and blues. Su munición es excelsa, su armamento está engrasado, listo para la batalla. Pues batalla contra sí mismos y contra su leyenda es lo que esta noche va a realizar el grupo.

El directo siempre fue el mejor marco para disfrutar de las composiciones de The Doors y de la magnética presencia y el carisma de su cantante. Y esa noche en Detroit todo el poder, la energía, el hipnotismo y la magia de banda y líder se van a mostrar en todo su terrible esplendor. En plena madurez, en plena gloria, en medio de un aclamado retorno a las raíces de sus primeros álbums, Live In Detroit captura a la perfección la sensación de estar allí, en plena ciudad del motor, disfrutando de una noche excepcional que va a quedar grabada en la mente y el corazón de todos los asistentes.

Esa noche, pegajosa, calurosa, húmeda, Jim Morrison y sus compañeros, el teclista Ray Manzarek, el guitarrista Robbie Krieger y el batería John Densmore, van a utilizar sus conjuros y sus mejores pociones para realizar un nuevo y maravilloso exorcismo. Sus instrumentos rugirán, llorarán, gritarán y hendirán como afiladas lanzas el asfixiante aire del local para provocar una nueva e inolvidable catarsis. Buena parte del material del concierto está compuesto por incombustibles clásicos de la banda como Break On Through, Five To One, Roadhouse Blues o un monumental y eléctrico When The Music’s Over. Pero también hay espacio, y mucho, para homenajear a los clásicos del blues y el rock cuya música mamaron los miembros del grupo en su infancia y adolescencia. Los tributos a Willie Dixon en forma de contundente revisión de Back Door Man, o el inevitable y sentido homenaje a Elvis Presley interpretando Mistery Train y Heartbreak Hotel son sencillamente impagables.

Clímax y anticlímax, furia en movimiento perpetuo, noche de contacto real y auténtico con el hombre que muy pronto se convertirá en mito, Live In Detroit es un verdadero homenaje a la música de otro tiempo. De un tiempo en el que las leyendas caminaban por la tierra y se subían a un escenario para incendiarlo con apenas un par de estrofas y proclamar a los cuatro vientos que la revolución había llegado, que querían el mundo, y lo querían ahora.

Han pasado casi cuarenta años desde que, ese mismo 1970, Jim Morrison muriera y dejara tras de sí la estela de uno de los mitos más enormes que haya dado al mundo la música rock. Pero su música, sus letras, su espíritu transgresor y sus mensajes espirituales no han sido olvidados. Live In Detroit nos lo recuerda perfectamente. Y si tú no lo viviste, escuchándolo podrás hacerte una idea de lo que The Doors y Jim Morrison supusieron para la historia del rock.

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