sábado, 31 de enero de 2009

LUZ DEL DÍA DE SEGUNDA MANO


Este 2009 se cumplen también treinta años de la publicación de uno de mis discos favoritos de todos los tiempos: Secondhand Daylight, de los hoy prácticamente olvidados Magazine. Más de una vez comento y comentaré el hecho de que existan grupos que se adelantan a su tiempo y sufren la incomprensión del público, incomprensión que acaba desembocando en la disolución de la banda por falta de expectativas comerciales. En algunas ocasiones, el tiempo pone las cosas en su lugar y se termina reconociendo la capacidad visionaria de ese grupo. En otras, ni el transcurso de los años logra reparar ese vacío histórico, y la banda no pasa jamás de ser un breve pie de página en la procelosa y larga historia de la música rock.

Hoy me ocupa uno de esos casos perdidos. Se trata de Magazine, un grupo formado en 1977 por el vocalista Howard Devoto tras su salida de los Buzzcocks, un combo de punk rock de la primera hornada. Junto al guitarrista John McGeoch, el teclista Dave Formula y el bajista Barry Adamson, Devoto lideró una banda que resultaba demasiado intelectual para la era del punk y demasiado chirriante para los que buscaban sonidos más elegantes y sofisticados.

Magazine siempre nadó entre dos aguas. Sú música era áspera a la vez que lírica, tremendamente emocional al mismo tiempo que fría y compleja. Una buena definición del grupo fue escrita por un célebre crítico de rock inglés: “Magazine es el grupo que hubiera formado Albert Camus si hubiese sido un músico de rock”. De hecho, las letras escritas por Howard Devoto evidenciaban su gusto por el nihilismo, el existencialismo y cierta lírica del proletariado demasiado críptica para el gusto de la época.

Secondhand Daylight fue su segundo álbum. Publicado en 1979, el álbum asume una total madurez que ya apuntaba su disco de debut, Real Life. Los nueve temas del álbum se pisan unos a otros en una energética demostración de poderío instrumental, lírico y compositivo con la que ninguna otra banda de la época podía atreverse a competir. El sonido de todo el álbum es austero, tenso, y sin embargo rebosa autoridad. Se trata de cinco músicos en la plenitud de sus facultades, con un increíble dominio de los tiempos y de los ambientes sonoros. Su capacidad para el melodrama y para los cambios abruptos de texturas resulta simplemente impresionante. Las canciones pasan de la placidez a la agresividad, de un ambiente bucólico a otro siniestro, con una maestría y una fluidez sin parangón alguno.

Esa ambivalencia está perfectamente expresada en canciones como Feed The Enemy o The Thin Air, que comienzan como plácidos remansos antes de convertirse en violentas tormentas de sonido casi gótico. De corte más homogéneo y agresivo son temas como Rhythm Of Cruelty o Believe That I Understand, auténticos espasmos repletos de voces airadas y guitarras cortantes, obra de un John McGeoch definitivamente sublime. Y sin embargo, lo mejor del disco aún estaba por venir.

Secondhand Daylight alberga dos piezas que son dos rotundas obras maestras. Una es Back To Nature, una canción absolutamente perfecta, bien engrasada y con complejos desarrollos rítmicos, una especie de montaña rusa musical que juega con el estado anímico del oyente como un gato jugaría con una mosca adormilada. La otra canción clave del álbum es Permafrost, probablemente el tema que mejor describe la música de Magazine, un tiovivo de emociones encontradas que basculan entre la agresividad y la armonía, entre el lirismo inteligente y la emocionalidad racional.

Pero como decía al principio de esta entrada, Magazine no tuvieron suerte. Su fracaso comercial se tradujo en deserciones y cambios de personal que llevaron a su disolución en 1981 para no volver nunca más. Una verdadera lástima. Eso sí, te aseguro que si tienes curiosidad y te atreves con este álbum, estarás ante una ocasión única para descubrir a uno de los grupos más desconocidos de la historia. Y de saborear uno de los mejores y más ignorados discos de rock de todos los tiempos. ¿Te lo vas a perder?

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