Kilgore, Texas, 1955. Una heterogénea audiencia de poco más de cien personas espera expectante en un pequeño club de carretera a que haga presencia el artista de esa noche. Estudiantes, camioneros y granjeros se amalgaman en una atmósfera sofocante hasta que sale al escenario un jovenzuelo con cara de chulo vestido con pantalones rojos, camisa rosa y americana verde. Camina un par de pasos y se planta delante del micrófono hasta que decide golpear la guitarra, rompiendo dos cuerdas a la vez y provocando espasmos de histeria en la mayor parte de las chavalas del local, que gritan, lloran e intentan subir al escenario. Todavía no ha cantado una sola nota y aquello ya es el paroxismo. El mozo en cuestión responde al nombre de Elvis Presley, un nuevo cantante sureño que parece que dará bastante que hablar. Sin saberlo, con esos dos minutos encima del escenario ha descrito, codificado y casi inventado el rock´n´roll. El resto será historia.
Han pasado más de cincuenta años desde entonces. Unos pocos más desde que el propio Elvis grabara en los Sun Studios de Memphis That´s Allright Mama (1954). Más o menos el mismo tiempo desde que se publicara el Tutti Frutti de Little Richard, el Maybellene de Chuck Berry, el Blue Suede Shoes de Carl Perkins o el Rock Around The Clock de Bill Haley. Lo que en aquellos tiempos era una música agreste y salvaje, demoníaca según la prensa y los sectores conservadores de la época ("un complot para corromper a la juventud", "música de salvajes y gamberros", "el rock es una enfermedad contagiosa", "un medio para rebajar al hombre blanco al nivel del negro", "no lleva el sello de lo auténtico"), se convertió en el movimiento musical más importante del siglo XX (y todavía del XXI), y aunque algunos agoreros preconizen su pronta muerte (algunos lo llevan haciendo desde hace 40 años), sigue mostrándose como un género saludable cuyas posibilidades aún no se han agotado.
Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial transcurrieron rápidos. Los Estados Unidos eran recorridos por una marea patriótica y chauvinista, la paranoia anticomunista, y el consumismo, síntoma revelador de que todavía no habían sido superadas las secuelas de la depresión económica de los años 30. La "caza de brujas" del senador McCarthy, la prosperidad de las familias medias americanas (ningún hogar americano sin televisor, nevera y coche), y el principio del declive de la industria de Hollywood eran los sucesos más excitantes del periodo comprendido entre 1946 y más o menos 1955. Pero también surgían voces discrepantes en la feliz América. La beat generation de Jack Kerouac, las reformas educativas de Benjamin Spock, el progreso científico, James Dean, Marlon Brando ...
En el ámbito de la música ocurría otro tanto. La guerra había supuesto la defenestración de las big bands de jazz y swing en favor de los cantantes románticos (Frank Sinatra, Perry Como, Nat King Cole), y se asistía al comienzo de la guerra entre la todopoderosa ASCAP (Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores, brazo editorial de la industria del disco) y la BMI (Broadcast Music Incorporated, editora de las emisoras de radio) acerca de los derechos de emisión. Esto llevó a la BMI a programar cada vez con mayor autonomía de la industria y a fijarse en artistas fuera del radio de Broadway, Hollywood y Tin Pan Alley, donde hasta entonces se cocinaba casi la totalidad de la música comercializada en Estados Unidos. Gente del sur, cantantes de country, bluesmen, etc, pudieron por primera vez tener un acceso más o menos directo a las emisoras de radio.
Con la emisión de canciones de artistas negros y sureños, los muchachos del norte y las ciudades vieron un nuevo filón para ir más allá de una música melódica y estandarizada que se agotaba en sí misma. Buena parte de la culpa de ello la tuvo Alan Freed, un locutor de la cadena WJW de Cleveland (Ohio), pionero en el descubrimiento de la atracción que ejercían los nuevos ritmos sobre la juventud blanca del norte industrializado. De esta manera comenzó a nacer, en parte, el rock´n´roll. En 1953, Freed lanzó su nuevo programa, Moondog´s Rock And Roll Party, y empezaba a organizar una serie de festivales (los Moondog Ball) en los cuales las estrellas eran músicos negros cuya capacidad de convocatoria excedía con mucho la prevista por el propio Freed. Algo se estaba moviendo.
(Continuará)
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