Tal día como hoy, el 9 de enero de 1944, nació Jimmy Page, el legendario guitarrista de Led Zeppelin, la banda que reinventó el blues rock, parió el heavy metal, revolucionó el sonido del rock sesentero y se convirtió en el epítome de supergerupo de los años setenta.
La música de la banda estaba basada en composiciones que introducían ritmos aplastantes y omnipresentes, espectaculares cambios en la estructura de las canciones y endiablados juegos amatorios entre una voz poseída por un halo casi místico (la de Robert Plant) y una guitarra capaz de hablar y contar historias, de insuflar vida propia a acordes ya conocidos y repetidos miles de veces. El blues rock británico moría un poco con la publicación de sus primeros discos; nacía el heavy metal, y con él una nueva forma de entender y encarar la música rock, mayoritaria durante la primera mitad de los 70´s y todavía viva y coleando en el más rabioso presente. En el eclecticismo bien entendido radica una de las claves del éxito de Led Zeppelin. A pesar de ser comúnmente catalogados en el proceloso océano de las bandas practicantes de rock duro o metálico, Page y compañía siempre supieron diversificar su sonido y atender a muy diferenciadas demandas. ¿Rock demoledor? ¿Lirismo acústico? ¿Blues sensual, guiños al reggae, al boogie, a la música mesopotámica si es necesario? Faltaría más. Todo cabe en el caleidoscopio de su música, cada vez más rica en matices y direcciones a medida que iban publicando discos y rompiendo récords de ventas por doquier.
Led Zeppelin inauguraron la era del gigantismo, de la megalomanía, la aparatosidad y el ombligismo. Ni los Beatles ni los Rolling Stones habían llegado a causar tal expectación entre su público y los medios especializados. Un año tras otro, los miembros del grupo eran elegidos de manera recurrente en todas las votaciones populares como mejor guitarra, mejor cantante, mejor batería, mejor bajista, mejor compositor, mejor álbum, mejor concierto, etc. Tenían todos los ases en la mano y eran aclamados unánimemente como la mejor banda de rock and roll del mundo. No es baladí ni gratuito esto que digo; es fácilmente comprobable en la banda sonora de la película The Song Remains The Same, de 1973, un álbum en directo con el mismo título, un manifesto inmejorable de sus poderosas prestaciones sobre un escenario que recoge revisiones delirantes de algunos de sus clásicos como Whole Lotta Love, No Quarter, Stairway To Heaven o Dazed And Confused. La voz de Plant aúlla en la noche mientras la guitarra de Page gime y desgarra las entrañas del oyente en implacables oleadas de sonido estratosférico. Impresionante.
Pero durante su largo reinado también sucedieron muchas cosas en el mundo del rock: el punk llegó y se fue, apareció la new wawe, los sintetizadores se popularizaron...Cambió la manera de encarar y entender la música. Nuevas generaciones de cachorros criados durante la crisis de los años setenta demandaban músicas más apegadas a la realidad de la vida cotidiana, interpretadas por gente como ellos y no por semidioses bajados del Olimpo cada cierto tiempo para recoger las dádivas y ofrendas de los mortales. Aunque aún no lo sabían, el tiempo de Led Zeppelin había tocado a su fin. Pero, como ocurre en toda tragedia de corte épico, la historia no podía acabarse sin una catarsis completa. Todavía faltaba lo peor.
El 25 de septiembre de 1980 muere el batería John Bonham en una de las mansiones de Jimmy Page, ubicada en Windsor. Surgen especulaciones sobre un posible sustituto de Bonham, pero el silencio del grupo se convirtió en lento y callado final definitivo. En 1981 ya todo el mundo sabía que Led Zeppelin habían dejado de existir. Robert Plant emprendió una sólida aunque gris carrera en solitario, Page se dedicó a sestear, y por fin el pasado año se reunieron los restos del zeppelin (Page, Plant y John Paul Jones) para ofrecer un concierto de autohomenaje y poco más, pues Plant no parece dispuesto a continuar ordeñando la vaca sacrada en busca de jugosos beneficios.
En todo caso, y mientras su música pueda (y deba) seguir escuchándose, gratifiquémonos por tener el placer de disfrutar de la maquinaria de rock más devastadora que los discutidos 70´s supieron poner en marcha.
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